lunes, 10 de marzo de 2008

El modelo de Wilbur Schramm

Este esquema de la comunicación colectiva es el modelo más común de este tipo de comunicación. Este modelo nos permite ver el proceso en el cual: “…de esa multiplicidad de mensajes, el perceptor selecciona los que menor esfuerzo le ocasionan para percibir su significado, los que más llaman su atención y más despiertan necesidades de su personalidad, y los que mejor respetan el conjunto de normas de grupos y valores, ya que el perceptor es parte de un grupo social determinado”

La comunicación como proceso: Berlo


La comunicación aparece en David Berlo como un proceso reglado (no como un simple acto) que permite al ser humano negociar su posición en el entorno en el que vive. De este modo, la comunicación es un valor de interlocución, de poder, de influencia, de control... La eficacia o ‘fidelidad’ de la comunicación, no obstante, está sujeta a estrategias y no produce resultados ciertos, sino que puede estar avocada al fracaso, generalmente por incompatibilidad entre el propósito de quien emite y la disposición de quien recibe. La eficacia radica, en buena medida, en eliminar, en un sentido amplio del término, los ‘ruidos’ que pueden distorsionar el propósito comunicacional. Desde el punto de vista de sus objetivos, los alcances de la comunicación son, según este autor, de dos tipos: aquellos que se satisfacen en el hecho mismo de la comunicación y los que, más allá que transmitir un mensaje, dar a la comunicación un carácter instrumental y persiguen una respuesta concreta (cambio de actitud, consumo, voto político, etc.).Berlo, a través de su modelo denominado ‘S·M·C·R’ (source-message-channel-receiver) distingue, pues, la acción del emisor y su estrategia e intención de la del receptor. Este último puede aparecer como destinatario ‘intencional’, esto es, objetivo directo del mensaje del emisor, o como ‘no intencional’, que es todo aquel al que llega el mensaje, aun cuando no figuren como objetivo de la comunicación. Berlo aplica este esquema al conjunto de los fenómenos de comunicación, incluida la interpersonal, por lo que, según los tipos, se produce una síntesis o simplificación en los procesos que definen el protocolo de la acción comunicativa. Desde una posición conductista, para Berlo el proceso sigue las pautas del aprendizaje, estableciendo relaciones de causalidad a partir de la aplicación de las pautas procesales.
La comunicación como proceso reglado se atiene a las pautas clásicas de la acción comunicativa (Shannon y Weaver), con una posición emisora (fuente), una mediación (codificador) que transforma la intención de la fuente en mensaje, a transmitir por un canal (medio o soporte), que debe ser decodificado para ser eficaz en la producción de comunicación sobre un receptor (audiencia) final. La idea de ‘ruido’, analizada en el plano físico por Shannon y Weaver como merma del mensaje, paliable mediante la redundancia en el flujo emisor, la lleva Berlo al plano de la fidelidad o eficacia en el fenómeno de la comunicación humana. Y esa eficacia o fidelidad, esto es, la consecución de los objetivos fijados por la fuente, la basa en unas pautas que afectan al conjunto del proceso: Capacidad de la fuente en la formulación estratégica de sus objetivos (definición de qué y a quién se quiere comunicar), codificación adecuada (valores narrativos, retóricos, etc.), elección del canal más eficaz en función del mensaje y del receptor final, siempre en aras de transmitir seguridad, confianza y credibilidad, que aparecen aquí como valores asociados a la fidelidad. Pero, también, la eficacia pasa por la capacidad y facilidad de diálogo entre interlocutores que tienen distintos roles en el sistema social, incluso por una empatía cultural e ideológica de la fuente y del receptor; de modo que la proximidad en los rasgos de identidad facilitan el alcance de los objetivos (esto es, ‘hablar el mismo idioma’). En el caso de la comunicación masiva, el proceso debe partir del conocimiento del sistema social, de la posición de sus actores, de las posiciones receptivas (demandas, expectativas, formación, prácticas culturales, etc.). El propio sistema social, definido por los roles de sus agentes, es en sí, para Berlo, un sistema de pautas de comunicación, de proximidades, lejanías, afinidades y controversias. El conocimiento de las estrategias de comunicación de los propios agentes sociales condiciona también la propia comunicación dentro del sistema.Pero hay un elemento diferenciador en el modelo teórico de Berlo y es la relación entre eficacia de la comunicación y gratificación del receptor. La recompensa se convierte aquí en el mecanismo reflejo de la aceptación y objetivación de la acción comunicativa. Se produce entonces un mecanismo de complicidad o conexión en la línea de intereses de los actores del proceso, a partir de la cual la efectividad de la comunicación alcanza un carácter reversible, que produce una alimentación de la fuente a instancias del receptor; esto es, lo que se ha dado en llamar 'realimentación', ‘retroalimentación’ o 'retroacción' (Berlo se acerca al modelo de Osgood, expuesto por Schcramm), que permite un refinamiento, rectificación o mayor sensibilidad y sintonía comunicativa en las sucesivas acciones del emisor. Berlo da un gran importancia a la recepción, y señala que “los significados no están en el mensaje, sino en sus usuarios”; esto es, la decodificación es el valor final y diferenciado que fija, por contraste con el propósito inicial del emisor, la eficacia de la comunicación.

Más sobre comunicación e información


El ser humano desarrolla la capacidad de comunicar en grado máximo, como instrumento de interacción, de descubrimiento de la presencia del ‘otro’, de ‘con-saber’, de saber con alguien. La comunicación así entendida es bivalente, de modo que quien transmite puede recibir y quien recibe debe poder transmitir. Hay en ello un carácter dialógico, que se da entre individuos con autonomía ética.La comunicación supone un intercambio dialéctico de mensajes, en la que los polos dialogantes pueden hacer reversible la dirección del flujo y poseen una simetría basada en la posesión del máximo ‘coeficiente de comunicabilidad’, que es el que distingue la comunicación humana de otras formas de comunicación con bajos coeficientes.Pasquali diferencia la comunicación de la información, siendo esta última un proceso de transmisión asimétrica, donde los mensajes emitidos carecen de retornos no mecánicos, esto es, con bajo coeficiente de comunicabilidad. El diálogo se sustituye aquí por la alocución, por el camino unidireccional y sin retorno del mensaje. En coherencia con todo ello, propone sustituir el concepto de ‘teoría de la comunicación’ por el ‘teoría de la información’, con una clara distinción entre las vertientes cibernética y antropológica del denominador teórico o conceptual. Para Pasquali, la teoría matemática de la información cobra sentido cuando se reconoce entidad cognitiva al receptor.
Pasquali afirma que en realidad no es correcta la denominación de medios de comunicación de masas, porque no hay en el proceso que describen bivalencia, simetría, diálogo. Se trata de medios de información, con un coeficiente de comunicabilidad bajo. Los medios no sólo cosifican al receptor, sino que producen sobre él un efecto paralizante, ya que le restringen su posibilidad real de la comunicación, su capacidad de intervención. Entre los medios y la sociedad se da una relación de mutua ‘inmanencia dialéctica’, resultando que el nivel cultural de una sociedad dada está relacionado con el papel que juegan los medios, de modo que cuando el nivel cultural es más bajo el efecto de aquellos sobre la sociedad resulta mayor. E insiste en que no se puede suplantar el fenómeno antropológico de la comunicación por el espacio de los medios, ya que se trata de una ‘aberrante reducción’.En muchos aspectos, especialmente en su concepción de las ‘industrias culturales’, su crítica a la prevalencia mercantil en los procesos mediáticos, la crítica a las doctrinas funcionalistas norteamericanas, etc., el pensamiento de Pasquali está relacionado con la Escuela de Francfort, pero, no obstante, al trazar sus argumentos desde la realidad latinoamericana, incorpora las nociones de dependencia, aboga por el desarrollo de políticas nacionales, cree en el uso de los medios como instrumentos de modernización y proyección pedagógica, al tiempo que analiza, con criterios teóricos innovadores, el fenómeno de la acción comunicativa desde vertientes antropológicas, económicas, culturales y políticas.Ya en sus primeros textos, en los años 60, Pasquali hace aproximaciones a un análisis crítico del emisor, por entender que sus intereses, sus vinculaciones económicas, su ubicación en las estructuras de poder condicionan el mensaje transmitido. Sin duda, una pauta y precedente para muchos de los análisis económicos del sistema de medios en América Latina de la siguiente década. Orienta sus investigaciones hacia el estudio de los medios audiovisuales y relaciona su propiedad y los intereses de los emisores con la producción de contenidos, de modo que esa relación mercantil aparece como una fuerza paralizante de la innovación social y de la creatividad cultural. Para evitar esos efectos perversos, propone el desarrollo de políticas activas que eviten que el contenido de los medios afecte los procesos de modernización y progreso social y que, en todo caso, se antepongan los intereses sociales a los de los "mercaderes en el templo". Televisión y cine deben adquirir un cierto carácter pedagógico, especialmente en las naciones sometidas a dependencias económicas y con retardos en el desarrollo cultural. Adscrito al grupo de académicos en torno a los cuales se discurre el llamado 'pensamiento latinoamericano de la comunicación', su recorrido teórico es de los que mayor personalidad propia tiene y conecta, en gran parte de su obra, con las corrientes internacionales del pensamiento crítico comunicacional de la segunda mitad del siglo XX.

Escuela de Frankfurt: heterogeneidad e interdisciplinariedad

Heterogeneidad
Lo primero que hay que advertir, es que reunir en una sola exposición a autores tan extremadamente complejos como Adorno, Pollock, Horkheimer, Fromm o Marcuse, es sencillamente imposible. La Escuela de Frankfurt nunca fue una escuela en sentido cerrado, en la que todos hubieran de tomar las mismas líneas de investigación o los mismos presupuestos teóricos. Lo que unía a los autores de la escuela, era la intención de desarrollar un pensamiento crítico y reflexivo, inspirado en el pensamiento marxista. A partir de aquí, la libertad primó sobre la necesidad de sistematizar, y los miembros de la escuela desarrollaron pensamientos heterogéneos. Esta heterogeneidad no fue siempre fácil de armonizar: baste recordar que Fromm y Marcuse salieron de la Escuela por desavenencias en la interpretación de autores como Freud o Heidegger. Así, a la hora de destacar los temas centrales de la escuela, cabría la posibilidad de escribir tantos trabajos distintos como miembros tuvo la escuela. Con todo, puesto que no es ese el objetivo de este especial, nos centraremos en el proyecto de teoría crítica, tal y como fue formulado por Horkheimer, y su mínimo desarrollo a lo largo de los años 30.

Interdisciplinariedad

El proyecto original de Horkheimer aparece formulado, entre otras obras, en Teoría tradicional y teoría crítica y en Materialismo, metafísica y moral. Horkheimer no transformó sustancialmente el proyecto originario del Instituto para la Investigación Social. Pero sí que se puede decir, que la orientación predominantemente sociológica dio lugar a un enfoque más filosófico. Así una de las ideas centrales seguirá siendo la interdisciplinariedad. Si de transformar la sociedad se trata, si “introducir razón en el mundo” es uno de los objetivos de la escuela, un conocimiento lo más científico posible de la misma será una condición indispensable. Esta interdisciplinariedad se concretará en tres disciplinas fundamentales, que podrán verse complementadas por otras secundarias: Sociología, Psicología, Economía.

Comprendiendo a Horkheimer, Adorno y Habermas

Como pequeña introducción para comprender algunas de las motivaciones y los temas centrales de Adorno y Horkheimer, cabe centrarse en tres periodos históricos, que, en cierto modo, motivan y condicionan la reflexión de los frankfurtianos. Nos estamos refiriendo al tema de la Ilustración, Auschwitz y el movimiento estudiantil de finales de los 60. Estos tres momentos describen, a grandes rasgos, el nacimiento, evolución y desarrollo de la llamada Escuela de Frankfurt, que aglutinó a pensadores con muy diversas motivaciones e intereses teóricos.
El problema filosófico de la Ilustración
En primer lugar, la Ilustración como problema es un tema central que caracteriza la formulación misma del proyecto de Teoría Crítica. Uno de sus objetivos prioritarios (“Introducir razón en el mundo”) sitúa ya al Instituto para la Investigación Social en la tradición ilustrada. Y esto, además, con una ventaja adicional: al inspirarse en la tradición marxista, todos los miembros de la escuela son conscientes de los peligros de la Ilustración , de su cara oculta que puede llegar a subvertir sus ideales, y presentar como logros de la emancipación del ser humano, lo que, en realidad, mantiene la opresión o la explotación. Se trata, por tanto, no de una Ilustración confiada en sus posibilidades, sino, por el contrario consciente de sus posibles desviaciones, de sus errores históricos, que pueden hacer que la historia de la humanidad evolucione precisamente en una línea contraria a la pretendida. Por ello, la teoría crítica se entiende a sí misma como una teoría eminentemente materialista: es el contacto con la realidad y con los problemas sociales, y la prevención respecto a cualquier tipo de distorsión ideológica, lo que puede conseguir que los ideales ilustrados no sean traicionados por aquellos mismos que los promueven. La Ilustración se convierte así en uno de los problemas que ocuparon la reflexión de Adorno y Horkheimer. En primer lugar como oportunidad (“Teoría Tradicional y Teoría Crítica”, “Materialismo, Metafísica y Moral”) y, en un segundo momento, como anhelo que debe ser sometido a control y vigilancia.
La persecución nazi como punto de inflexión
En segundo lugar, Auschwitz, convertido en símbolo de la persecución nazi, representa un giro muy significativo en el pensamiento de Adorno y Horkheimer, precisamente por ser una negación histórica y social del proyecto de Teoría Crítica y de toda la Ilustración. Auschwitz viene a ser la sentencia de muerte de la capacidad crítica y reflexiva que los frankfurtianos asociaban a su teoría. Mientras la Teoría Crítica investigaba aquellos procesos sociales que perpetuaban el horror y la explotación, estos mecanismos sociales iban en ascenso. Auschwitz viene a ser, en este sentido, la culminación de la opresión racionalmente calculada. La tragedia de Auschwitz no radica solamente en lo que allí ocurrió, sino en que todo aquello estaba completamente planificado y calculado. No se puede decir que los campos de exterminio fueran la consecuencia de un grupo de locos, o de personas irracionales. Muy al contrario, los planes de exterminio eran enormes sistemas racionales (al menos desde un punto de vista instrumental), destinados a fines (estos sí, irracionales, ¿pero cómo determinar su irracionalidad?) que fueron ampliamente extendidos por agudos sistemas de propaganda.
Esta experiencia, que llevó al exilio a muchos de los frankfurtianos, provocó la renuncia a los objetivos originarios de la Teoría Crítica y un replanteamiento de sus ideas centrales. De la esperanza respecto a la Ilustración (y todo lo que significaba) a la desconfianza respecto a la misma. El pensamiento de los frankfurtianos a partir de esta época ha recibido muchos calificativos: escepticismo, posmodernidad, irracionalismo… Al margen de todas estas etiquetas, que no terminan de captar el pensamiento de los frankfurtianos en su globalidad, Adorno y Horkheimer se ocupan de la filosofía después del Holocausto, tratando de darle una forma a la altura de los tiempos históricos en que se realizaba. No es de extrañar, por tanto, que Adorno y Horkheimer reflexionaran de temas tan diversos como el arte o la religión, encontrando en estas instancias momentos de verdad que podían incluso desarrollar un potencial crítico frente a los movimientos regresivos de su tiempo.
El movimiento estudiantil
Para finalizar esta contextualización histórica, cabe referirse a un suceso que, si bien no determinó el pensamiento de Adorno y Horkheimer, sí influyó en la evolución de la Escuela: nos estamos refiriendo al movimiento estudiantil de los años 60, en el que los miembros de la escuela, el menos en las revueltas de Frankfurt, jugaron un papel muy importante. De hecho, varios grupos de estudiantes se encerraron en el edificio del Instituto para la Investigación Social, provocando así un conflicto entre Adorno (que entonces dirigía el Instituto) y la policía.
El apoyo de los frankfurtianos a este tipo de movimientos estuvo siempre supeditado a que éstos no incluyeran ningún tipo de violencia, lo que les valió el rechazo y la crítica de ciertos grupos. Con todo, el compromiso político de los miembros de la escuela es innegable, y será un tema que ya atraerá la atención de Habermas a finales de los 50, anticipando quizás todos los movimientos que llegarían unos años después. Las revueltas de los 60 aparecen ya en el ocaso de la labor intelectual de autores como Adorno o Horkheimer, pero es uno de los temas iniciales de la reflexión de un filósofo de la talla de Habermas, que es considerado como el mayor representante de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt. Todo ello es un buen síntoma de que el pensamiento de la Escuela nunca dejó de estar al tanto de los sucesos históricos, sociales, económicos y culturales más relevantes de su tiempo.

Sobre McLuhan

Herbert Marshall McLuhan nació el 21 de julio de 1911 en Edmonton, Alberta, Canadá, de Herbert Marshall y Elsie Hall. La familia McLuhan se trasladó a Winnipeg, Manitoba, mientras Marshall era todavía un niño. En la Universidad de Manitoba (Canadá) estudió la Licenciatura en Letras y la Maestría en Artes. Se doctoró a los 31 años de edad en la Universidad de Cambridge, y en su tesis doctoral analizó la obra del dramaturgo inglés Thomas Nashe.
Estando en Winnipeg, McLuhan logró un BA y un MA en inglés, en la Universidad de Manitoba. McLuhan luego se matriculó en la Universidad de Cambridge. Fue influenciado por el New Criticism. Entre 1936-37, McLuhan enseñó como profesor adjunto en la Universidad de Wisconsin.
El 30 de marzo de 1937, McLuhan culminó la conversión a la fe católica, tras un largo proceso. A continuación enseñó en institutos superiores Católicos. Desde 1937 hasta 1944 enseñó inglés en la Universidad de Saint Louis, donde se hizo amigo de Walter J. Ong (1912-2003), quien luego realizó un Doctorado sobre un tema respecto del cual McLuhan le había llamado la atención, y quien luego sería conocido a su vez como una autoridad de las comunicaciones y la tecnología.
El 4 de Agosto de 1939, McLuhan contrajo matrimonio con Corinne Lewis en Fort Worth, Texas, y estuvieron durante 1939-40 en la Universidad de Cambridge, donde él continuó trabajando en su doctorado que tenía como tema a Thomas Nashe y las artes verbales. Desde 1944 hasta 1946, McLuhan enseñó en el Colegio Assumption en Windsor, Ontario.
Desde 1946 hasta 1979 enseñó en St. Michael's College, en la Universidad de Toronto, donde Hugh Kenner fue uno de sus estudiantes. McLuhan también enseñó en la Universidad de Fordham un año (1967-68).
Pensamiento
Durante los años en la Universidad de Saint Louis (1937-1944), McLuhan trabajó evidentemente en dos ambiciosos proyectos: su disertación doctoral y su manuscrito que sería publicado en 1951 como el libro de The Mechanical Bride, que incluía sólo una selección representativa de los materiales que McLuhan había preparado para él.
El doctorado de la Universidad de Cambridge, logrado en 1943, revisa su disertación sobre la historia de las artes verbales (gramática, dialéctica, lógica y retórica–. McLuhan algunas veces utiliza el concepto en latín de trivium para destacar un orden sistemático de la visión de ciertos periodos de la historia cultural de Occidente. Sugiere que la Edad Media, por ejemplo, estaba caracterizada en gran medida por el énfasis en el estudio de la lógica. La clave que llevó al Renacimiento no fue el redescubrimiento de textos antiguos sino más bien la renovada importancia que se le dio a la retórica y al lenguaje por sobre el estudio de la lógica. Este cambio realizado en el Renacimiento humanista fue un cambio en el énfasis dado, no totalmente a la eliminación del arte verbal. La Edad Moderna esta caracterizada por el resurgimiento de la gramática como su tema más sobresaliente.
McLuhan es el creador de numerosos conceptos hoy muy populares acerca de los medios de difusión masiva y la sociedad de la información, tales como la «Galaxia Gutenberg», la «aldea global», la diferenciación entre medios «fríos» y «calientes» y la descripción de los medios de comunicación como «extensiones» de la persona.
Una investigación de Graciela Paula Caldeiro (2005), ] relata que McLuhan saltó a la fama en 1964 cuando publicó Understanding Media. El libro, sin recursos publicitarios, se trasformó en un best seller en Harvard y otras universidades.
En el trabajo de McLuhan se aprecia en todo caso una visión parcial de la comunicación como un proceso cerrado por el que un sujeto agente, el emisor, comunica una información a un sujeto paciente o receptor, con el fin de modificar su comportamiento. El enfoque subyacente ignora la dimensión dialéctica del proceso comunicativo (el emisor y el receptor intercambian sus papeles, y la comunicación también «informa» al emisor), su carácter orquestal (la participación de múltiples actores en cualquier acto comunicativo), los comportamientos también comunicativos mediante los cuales el receptor completa el sentido de los mensajes, y en definitiva es incapaz de articular la relación entre la difusión física de un mensaje (una información sobre algo, la referencia), articulado en un lenguaje, y cómo se utiliza por los sujetos -individuos socializados- en sus comportamientos.
Las perspectiva de McLuhan respecto a los medios de comunicación social, se ha dado en llamar «determinismo tecnológico». Aunque es probable ver en él, también, un visionario. En efecto, cuando McLuhan murió, la televisión por cable aún no era una realidad mundial, los habitantes de la 'Aldea global', aún poco sabían sobre interactividad, e-books, multimedia, vídeoconferencias... pero la obra de McLuhan nos ha dejado un marco teórico que nos permite estudiar y comprender la naturaleza de estos nuevos medios que han revolucionado la historia de la comunicación de la humanidad.
Cuando McLuhan, a mediados de la década de los 60, llamó por primera vez la atención del público al redefinir medios y mensajes, hubo quien interpretó que lo que hacía era promover el fin de la cultura del libro para propiciar la era de la televisión. Pero, en realidad, lo que hacía era advertir sobre el poderoso potencial del nuevo medio. Se sabe que en su vida privada McLuhan rechazaba a la TV hasta tal punto que le pedía a su hijo que impidiera que sus nietos la vieran. En efecto, llamó a la TV «el gigante tímido» y pretendía la concienciación sobre su enorme poder.
El pensamiento de McLuhan respecto a los medios de comunicación se inicia a partir de las siguientes ideas:
1. Somos lo que vemos

2. Formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman
En esta línea, podría afirmarse que veía en los medios antes agentes de «posibilidad» que de «conciencia»: así, los medios podrían compararse a caminos y canales antes que obras de valor artístico o modelos de conducta a seguir.
Es habitual que pensemos que los medios no son sino fuentes a través de las cuales recibimos información, pero la concepción de McLuhan era que cualquier tecnología (todo medio) es una extensión de nuestro cuerpo, mente o ser. Los medios tecnológicos son entendidos como herramientas que extienden las habilidades humanas, del mismo modo que una bicicleta o un automóvil son una extensión de nuestros pies... la computadora sería una extensión de nuestro sistema nervioso central.
El medio es el mensaje
La famosa frase «El medio es el mensaje» nos lleva a preguntarnos qué es el medio y qué es el mensaje.
Así como el medio es entendido como una extensión del cuerpo humano, el mensaje no podría ser entonces simplemente reducido a «contenido» o «información», porque de esta forma excluiríamos algunas de las características más importantes de los medios: su poder para modificar el curso y funcionamiento de las relaciones y las actividades humanas.
En esta línea, McLuhan definirá al «mensaje» de un medio como todo cambio de escala, ritmo o pautas que ese medio provoque en las sociedades o culturas. De esta forma, el 'contenido' se convierte en una ilusión, en el sentido de que éste se encuentra enmascarado por la intervención del medio (la mediatización).
Medio y mensaje funcionan en pareja puesto que uno puede contener a otro: el telégrafo, contiene a la palabra impresa, que contiene a la escritura, que contiene al discurso... y así, por lo que el contenido se convierte en el mensaje del medio continente.
Habitualmente no notamos que existe interacción entre los medios y dado que su efecto en nosotros, en tanto audiencia, suele ser poderoso, el contenido de cualquier mensaje resulta menos importante que el medio en sí mismo.
Las cuatro edades Una manera de intentar sistematizar algunas ideas que caracterizan el pensamiento de Mc Luhan es realizar un breve recorrido por la historia de la comunicación, de acuerdo con la concepción que éste tenía de cada etapa.
La historia de la civilización
Recorre tres fases según McLuhan:
1. El estadio tribal. Es un periodo que no está asociado con ningun fenómeno que él ya considera tecnológico: la comunicación verbal. Para él es tecnología la creación de un medio que no poseemos cuando nacemos. McLuhan no se refiere a una lengua como una combinación de fonemas. Él se refiere a las lenguas que cuentan con series de sonidos asociados a objetos. ¿Por qué hemos desarrollado un lenguaje donde predomina la funcionalidad sobre la descripción de las emociones?
2. El estadio de destribalización. El momento clave en el que se inicia un segundo estadio de la civilización es la creación de la escritura. La abstracción, la separación y distancia de los símbolos respecto de los objetos llevó a la civilización a un estado más racional y funcional, donde nacen los conceptos de útil y beneficioso. La exigencia de racionalización que determina la escritura produce un desarrollo especial de la vista, porque requiere una organización sistemática, visual, del conocimiento. El concepto de destribalización no es nuevo. La división que supone la escritura es compartida por el sociólogo Max Weber o por Northrop Frye.
3. El estadio de retribalización. Supone una vuelta atrás y está marcada por la aparición de los medios tecnológicos en el ámbito de la comunicación. Los medios electrónicos redescubren las facultades eclipsadas por la cultura quirográfica e impresa. La radio, como extensión del oído, y la TV, como extensión del tacto, tienen la capacidad de romper los equilibrios naturales para restituir al individuo la totalidad de sus sensaciones. Por un lado, recrean el contacto oral inmediato que fue típico de la vida arcaica comunitaria y tribal. Por otro lado, derriban las barreras estatales derivadas a su vez de los efectos de la escritura y dan cuerpo a los proyectos de mundialización de la cultura.
La aldea tribal
Es posible que el habla se haya iniciado hace unos 30.000 años, pero la comunicación escrita-alfabética tiene tan solo unos cuatro milenios de antigüedad. La aldea tribal es pues una aldea analfabeta y su duración en la tierra habría tenido la extensión de unos 26.000 años.
Durante todo ese tiempo, junto con otros factores (innovaciones tecnológicas desde el fuego y los metales hasta los medios de trasporte y las armas) hicieron que el hombre dejase de ser cazador y nómada para aprender los secretos de la agricultura y transformarse en un ser sedentario. Aparecieron, pues, las aldeas estables, se desarrollaron recursos defensivos, lo cual abrió el paso para las primeras ciudades y, más tarde, las civilizaciones, con todo lo que ellas implican: la formación de clases, jerarquías, estructuras administrativas, etc. La aldea tribal se caracteriza porque será la palabra oral el único medio de comunicación del que disponía el hombre.
La palabra oral como medio de comunicación estimulaba el oído antes que la vista, involucrando sensorial y emocionalmente al oyente e integrándolo así al grupo de pertenencia (el clan, la tribu). En la aldea tribal, la única posibilidad de transmitir experiencias y acumularlas era haciéndolo en un espacio restringido que estaba representado por la memoria del grupo puesto que aún no existían ni la historia ni las escuelas ni la burocracia... los hombres estaban 'sensorialmente' integrados.
El hombre alfabético-quirográfico Esta era se inicia con la invención de la escritura hasta la difusión de la imprenta en Europa, por lo tanto, esta etapa se extendería a lo largo de unos 3.500 años. Durante este período de tiempo aparecen numerosas 'extensiones del hombre' en el campo de las máquinas y herramientas. Pero aparecerá también la escritura alfabética que puede ser considerado el primer medio capaz de recoger, conservar y transmitir las experiencias humanas, reduciendo la función nemónica de los individuos, el peso dogmático de los proverbios e incluso la autoridad de los ancianos, que hasta entonces eran los depositarios de la historia y la tradición, cargando con la función de transmitirlas a las élites administrativas religiosas y fiscales.
El alfabeto se concreta en una perspectiva sensorial-visual y posee una clara función analítico-lineal, en efecto la linealidad es una característica predominante de la vista si se la compara con otros sentidos como el oído, el gusto y el tacto.
McLuhan dirá que que esto deriva en una disociación entre la sensibilidad interior del hombre alfabetizado. McLuhan verá, además, que la disolución de la familia y el clan hacia sociedades más abiertas es una consecuencia mediata de la alfabetización, en el sentido que ésta posibilita la homogeneización entre las culturas, la uniformidad de los individuos ante las leyes escritas y, particularmente, la revolución que la escritura generó en el pensamiento griego que marcó el paso de lo 'salvaje' hacia la filosofía y la ciencia.
La galaxia Gutemberg o la Aldea Global
En la introducción a The Gutemberg Galaxy, McLuhan dice que la palabra "ambiente' hubiera sido preferible para describir el período pero luego reflexiona: El término galaxia expresa perfectamente al conjunto simultáneo y recíproco de diversos factores no directamente relacionados entre sí.
Este período comprende los casi cuatro siglos que van desde la difusión de la imprenta en la Europa de la modernidad hasta las primeras décadas del siglo XIX, cuando el telegráfo cambiaría para siempre la historia de la comunicación humana.
En el mundo occidental, solo una tercera parte de la historia ha sido tipográfica, aunque, por cierto, la relación entre esta etapa y la anterior es interdependiente. Para McLuhan, la 'civilización' es equiparable a 'la cultura de la escritura', cultura que, según su opinión, competirá con la cultura electrónica. Observará, además, que mientras que la escritura manuscrita destacaba la insignificancia y la torpeza de la irritación especializada propias del signo visual, en la página impresa, predominará la linearidad y la repetitividad.
La Galaxia Marconi o la Aldea Cósmica]
McLuhan dijo que el ciclo histórico entre los medios-mensajes y el hombre-usuario, concluye en la actual Galaxia Marconi, caracterizada por el medio televisivo.
En síntesis, hay una referencia de hecho (aunque probablemente intuitiva) a tres diferentes órdenes de innovaciones tecnológicas:
1. Un orden electrico: el telégrafo y el teléfono, medios que redujeron el espacio psicosocial en asociación con otras 'extensiones' como los medios de transporte.
2. Un orden electrónico: dispositivos centrados esencialmente en el uso de válvulas.
3. Tecnologías recientes: estas tecnologías parecen invadir todas las técnicas convencionales de comunicación haciendo confluir la comunicación y la información de forma integrada y universal asociando todos los aspectos de la comunicación humana: desde la administración pública, hasta los servicios sociales, desde el entretenimiento hasta la salud y la educación.
Medios fríos y Medios calientes

La clasificación que hace McLuhan de los medios como 'calientes' o 'fríos' surge de significados técnicos como 'definición' e 'información' y se sustenta más en la experiencia sensorial que en el significado de las palabras.
En el mundo de la TV, 'alta definición' significa precisión, detalle, calidad en referencia a cualquier imagen visual. De acuerdo con este criterio, Mc Luhan explicó que las letras del abecedario, los números, las fotografías y los mapas son objetos de alta definición.
Un medio de tales características brinda mucha información y un receptor pasivo. Por el contrario, las formas que no se definen con tanta calidad como por ejemplo, los dibujos animados, serían de baja definición porque nuestros ojos se ven en la obligación de completar lo que falta para obtener una percepción acabada. Este principio de 'completar los espacios en blanco' también se aplicaría a los sonidos. Al brindar poca información, los medios de baja definición exigen un receptor activo.
Es necesario aclarar que cuando McLuhan se refiere a la 'información' que un medio transmite, no se refiere a datos o conocimientos sino al modo en que nuestros sentidos físicos responden a un medio o participan en él. En conclusión, los medios de alta definición son medios calientes y los de baja definición son medios fríos.
Serían pues medios calientes la radio, la imprenta, las fotografías, las conferencias; y medios fríos el teléfono, el habla, la televisión, los seminarios, entre otros.

Sobre este tema, dijo:

“En oposición a la fotografía o el cine, la televisión es más una extensión del sentido del tacto que del de la vista. Su poder táctil se debe a la baja intensidad de la imagen, constituida de miles de líneas y puntos de los que el espectador sólo puede captar 50 o 60, con los que forman aquélla. Esto requiere una participación activa y creativa por parte del espectador, al verse obligado a llenar los espacios del mosaico de líneas y puntos para formar las imágenes cuyo mensaje es marcado por el iconoscopio sobre su propia piel. Es lo que llamo un mass media frío".

"Un mass media caliente es el que permite muy poca participación por parte del sujeto, y el frío, el que consiente una gran participación"; el primero amplía un solo sentido y y contiene un alto grado de determinación, mientras que el segundo amplía varios sentidos y contiene un grado muy bajo de determinación. El teléfono es muy frío, porque requiere gran atención; la radio es muy caliente, ya que puede usarse como sonido ambiental sin prestarle atención; una conferencia es también muy caliente, en cambio, un seminario es muy frío."


Obras

· 1951 The Mechanical Bride: Folklore of Industrial Man (1ra Ed.: The Vanguard Press, NY 1951) (Gingko Press)
1960 Report on Project in Understanding New Media National Association of Educational Broadcasters.
1960 Explorations in Communication, edited with Edmund Carpenter. (1ra Ed: Beacon Press: Boston 1960)
1962 The Gutenberg Galaxy: The Making of Typographic Man (Routledge & Kegan Paul)
1964 Understanding Media: The Extensions of Man (Gingko Press)
1967 The Medium is the Massage (written with Quentin Fiore; produced by Jerome Agel) (Random House; 2000 reprint by Gingko)
1967 Verbo-Voco-Visual Explorations (1st Ed: Something Else Press, NY 1967)
1968 War and Peace in the Global Village (design/layout by Quentin Fiore; produced by Jerome Agel) (2001 reprint by Gingko)
1968 Through the Vanishing Point - space in poetry and painting (written with Harley Parker) (1st Ed.: Harper & Row, NY 1968)
1969 Counterblast (design/layout by Harley Parker) (1st Ed.: McClelland and Steward, Toronto 1969)
1970 Culture is Our Business (1st Ed.: McGraw Hill, NY 1970)
1970 From Cliché to Archetype With Wilfred Watson (1st Ed: Viking, NY 1970)
1970 Take Today: the Executive As Dropout With Barrington Nevitt. (1st Ed: Harcourt Brace Jovanovish, NY 1970)
1977 City As Classroom: Understanding Language and Media With Eric McLuhan (1st Ed: University of Toronto Press, Toronto 1977)
1988 Laws of Media: The New Science With Eric McLuhan (1st Ed: University of Toronto Press, Toronto 1988)
1989 The Global Village with Bruce R. Powers) (Oxford University Press) 2004 Understanding Me (edited by Stephanie McLuhan and David Staines),The MIT Press, 2006 The Classical Trivium. Corte Madera: Gingko Press.
Entrevistas Publicadas
"Understanding Canada and Sundry Other Matters: Marshall McLuhan." Mademoiselle, January 1967, pp. 114-115, 126-130.
"Playboy Interview: Marshall McLuhan." Playboy, March 1969, pp. 26-27, 45, 55-56, 61, 63.
"The Table Talk of Marshall McLuhan." by Peter C. Newman. Maclean's, June 1971, pp. 42, 45.
"An Interview With Marshall McLuhan: His Outrageous Views About Women." by Linda Sandler. Miss Chatelaine, September 3, 1974, pp. 58-59, 82-87, 90-91.
"It Will Probab

Catedrático e investigador

McLuhan fue catedrático de University of Wisconsin, University of St. Louis, Assumption College y St. Michael's College de la University of Toronto, en donde se desempeñó como director del Programa de Cultura y Tecnología.
Entre otras funciones, fue director del Seminario en Cultura y Comunicación de la Fundación Ford, coeditor de la revista Explorations, director del Proyecto Understanding New Media de la National Association of Educational Broadcasters y la Oficina de Educación de los Estados Unidos, miembro de la Royal Society de Canadá y consultor de la Comisión Pontificia de Comunicación Social del Vaticano (1973).
Un total de nueve universidades le concedieron doctorados honoris causa: University of Windsor (1965), Assumption University (1966), University of Manitoba (1967), Simon Fraser University (1967), Grinnell University (1967), St. John Fisher College (1969), University of Alberta. Murió el 31 de diciembre de 1980.

jueves, 6 de marzo de 2008

Investigar en América Latina

Un texto esclarecedor, sin duda:


Tendencias generales
en la investigación de los medios

Un encuentro pendiente
Guillermo Orozco Gómez
El autor de este artículo busca "hacer sentido" de la investigación que
actualmente realiza sobre los medios de difusión. Este texto incluye extractos del capítulo "La investigación de la comu-
nicación fuera de América Latina", del libro del mismo autor: La
investigación de la comunicación dentro y fuera de América Latina:
Tendencias, perspectivas y desafíos del estudio de los medios, a
publicarse por la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la
Universidad Nacional de la Plata, Argentina a fines de 1997.
..Departamento de Estudios de la Comunicación Social (DECS/<;:UCSH), Universidad de Guadalajara. Comunicación y Sociedad (DECS, Universidad de Guadalajara), núm. 30, mayo- agosto 1997, pp. 101-125.



En congresos, libros y publicaciones académicas internacionales se detectan y
discuten tres grandes tendencias temáticas al respecto: la investigación de los
efectos de los medios, la audiencia como sujeto de investigación, y la inves-
tigación del contenido y las formas de los referentes mediáticos. Estas tres
tendencias pervaden distintas líneas específicas de investigación y, en con-
junto, muestran en el ámbito internacional un énfasis en la realización de
estudios empíricos, más que teóricos. El autor contrasta esta característica con
el "ensayismo" que ha predominado en la investigación latinoamericana y
formula un "encuentro pendiente" de dos vertientes: la integración apropiada
de los intereses de investigación y la integración de las prácticas y perspecti-
vas con las que se aborde lo comunicativo en los medios.
Una de las características más distintivas y a la vez sobresalien-
tes de las sociedades próximas a transitar a un nuevo milenio
es la de ser sociedades, donde la comunicación y en particular,
los medios que la posibilitan, constituyen no sólo importantes
soportes del intercambio social en su conjunto, sino también
vehículos de los referentes y mediaciones que los configuran.
En este contexto de protagonismo mediático, el objetivo
en estas páginas es incursionar en el estudio de los medios, con
la intención de "hacer sentido", de la investigación que en la
actualidad se realiza, a través de señalar sus tendencias pre-
dominantes.
La discusión a continuación está basada en dos tipos de
fuentes. Por una parte, en una revisión de una muestra ad hoc
tanto de artículos recientes publicados en inglés en revistas re-
conocidas de circulación internacional, como de ponencias
presentadas en los últimos congresos de la International
Communication Association (ICA), de la International Asso-
ciation for Media and Communication Research (IAMCR), de
la Speech Communication Association (SCA) y del Interna-
tional Institute of Communication (IIC).
Por otra parte, se revisaron algunos debates contem-
poráneos sobre la investigación de la comunicación y los
medios, publicados en Defining Media Studies, Reflections on
the Future o/ the Fiei.d (Levy y Gurrevitch 1994), Beyond
Agendas, "New Directions In Communication Research"
(Gaunt 1993), Rethinking Communication 1 y 2 (Dervin,
Grossberg, O'Keefe y Wartella 1989), así como planteamientos
--
vertidos en estudios empíricos ejemplares de autores latinoamericanos y mexicanos, referidos a lo largo del texto.
La estrategia metodológica está inspirada en la "Teoría
Fundada" (Grounded Theory), por la cual a partir de preguntas
informadas del investigador se va analizando la información
recabada y se van construyendo categorías que permitan "hacerle
sentido" del material analizado.
La pregunta de fondo que subyace en la discusión apunta
hacia el estado actual que presenta el estudio de los medios de
comunicación y busca, asimismo, señalar algunos de sus desafíos para la práctica futura de la investigación en América
Latina.
"Hacer sentido" del efervescente y a la vez fragmentario
campo de estudios de los medios de comunicación no es ni
una intención retórica, ni una excusa para evitar análisis más
rigurosos y detallados. Se propone como objetivo en estas
páginas, por considerar que la vastedad del campo y de su
investigación, requiere antes que cualquier intento de pro
fundización mayor, ser apropiado de manera inteligible, que:-
posibilite realizar una disección posterior más fina de la multi-
plicidad de intereses, líneas de investigación y perspectivas que
compiten, coexistiendo desordenadamente.
No es casual que en la Conferencia Anual de la ICA, ce1ebrada
en Chicago en mayo de 1996, se haya programado comos
una de sus actividades centrales una discusión mu1tidiscip1inaria sobre "hacer sentido como teoría, metodología y prác-
-tica" con la meta de responder al interés y a la vez necesidad
de encontrar nuevas maneras de enfrentar el desafío de la
-investigación de la comunicación.
La búsqueda por hacer sentido, es entonces asumida aquí
como una "apuesta" para tratar de enfrentar un campo de;
estudios múltiple y complejo, y producir algo relevante de ese1
acercamiento, que permita a la vez que hacer una relevación del
desarrollo reciente de la investigación, contar con un punto de,
partida para la generación futura de conocimientos sobre la
comunicación y sus medios.,
Las tendencias en la investigación comunicativa alrede-
dor de los medios que se describen a continuación, han per-
durado desde hace varias décadas y han trascendido vertical,
horizontal, diacrónica y sincrónicamente su estudio, sustan-
ciando el esfuerzo internacional por generar conocimiento so-
bre lo comunicativo.
En la última parte se hace una apreciación global sobre
las perspectivas metodológicas que también como tenden-
cias han permeado el estudio de los medios dentro y fuera de
América Latina.
Primera tendencia:
Los efectos de los medios
Los efectos de los medios han sido uno de los objetos de estudio
más abordados a lo largo de la historia moderna de la investi-
gación de la comunicación, y quizá el objeto más investigado.
Constituye toda una "meta ", tendencia de la investigación, a la
vez que es una de las tradiciones investigativas más prolíficas
(Bryant y Zimellmann 1994). Millones de datos de todo tipo
sobre los efectos se han obtenido de las múltiples investigacio-
nes desarrolladas, aunque muchas veces con poco valor expli-
cativo (González Casanova 1981).
De una u otra manera, los efectos han sido prioridad, siguen siendo todavía una de las vertientes contemporáneas de
los investigadores de la comunicación, después de más de cua-
tro décadas, desde mitad de los cuarenta.
Esta terquedad investigativa en mucho se justifica por la
insatisfacción de los investigadores con los resultados alcan-
zados para comprender las causas de .1os efectos y para expli-
carlos (Orozco 1987). Aunque en mucho se debe también a la
búsqueda de una utilidad social de la investigación y su apli-
cabilidad práctica y política, ya que socialmente sigue exis-
tiendo una alta demanda por entender el papel e influencia de
los medios en audiencias específicas, para así, evitarlos o con-
trolarlos.
De efectos directos, monolíticos, visibles, se ha pasado a
una comprensión más flexible, en la que por una parte los
efectos son diferidos en el tiempo: efectos a corto, mediano y
largo plazo, y por otra, son diferenciados en su capacidad de
modificación: efímeros, duraderos, totales o parciales (Bryant
y Anderson 1983).
La exploración de los efectos más allá de su inmediatez se
ha hecho posible debido no sólo a una transformación con-
ceptual sobre los mismos efectos, sino sobre todo debido al
perfeccionamiento de técnicas de investigación cuantitativas,
(y cualitativas) como la de "Estudios Longitudinales" y los
"Análisis de Regresión" que permiten explorar la manifes-
tación de los efectos a 10 largo del tiempo y de manera com-
parativa.
Lo anterior ha tenido especial repercusión en la investi-
gación de la violencia, que se considera propician los con-
tenidos de los medios, en especial de la televisión. Por ejemplo,
de estudios de laboratorio, donde se mostraba a grupos específi-
cos un programa violento para medir después de su transmisión
desde el aumento en su temperatura corporal, hasta el aumento
en sus niveles de agresividad, se ha pasado a una medición
a lo largo del tiempo, donde 10 que se explora es la predisposi-
ción a la violencia, detectada desde la complacencia con la
violencia, hasta en la disposición de la audiencia a cometer
actos agresivos.
Esto evidencia que en la investigación no sólo se hace
necesario modificar conceptuaciones, sino innovar metodológicamente las técnicas de indagación, para hacer posible
la recreación de ciertos objetos de estudio, que de otra manera
no podrían abordarse.
En la evolución de esta tendencia de investigación también
se ha avanzado en conceptuaciones sobre los ámbitos de afec-
tación, los cuales se han diferenciado también. De la premisa
inicial, conductista, que inspiró gran parte de la investigación
de los efectos de la comunicación en los cincuenta, sesenta y
aun setenta: "Si los medios afectan, si se producen efectos,
éstos se muestran en cambios conductuales" (Hall 1982), se ha
pasado a comprender que no sólo la conducta, sino otras dimen-
siones de los individuos; los grupos y las sociedades pueden
ser afectados por los medios y sus contenidos.
Por ejemplo, ahora se considera que los efectos se mani-
fiestan en: las opiniones, las creencias, las estructuras mentales,
los significados y los valores, los procesos de almacenamien-
to de la información, en la agresividad, los sentimientos,
las destrezas, la capacidad analítica, el lenguaje, las costumbres
y la rutina, la memoria, la percepción y la constitución de las
identidades.
Esto ha significado, por una parte, que el espectro de
afectación de los medios se haya ampliado a lo largo de la
historia de su investigación, a tal punto que lejos de perder
fuerza, este modelo ha adquirido nuevas posibilidades y dimen-
siones. Por otra parte, se ha desenfatizado la concepción un
tanto rígida sobre la medición cuantitativa (positivista) de los
efectos por parte de los investigadores. En la actualidad se
admite que muchos efectos, como el de la "Espiral del Silen-
cio" propuesto por la alemana Newman (Wolf 1994), más que
observarse, deben de inferirse, tomando en cuenta una serie de
circunstancias que sustancian el porqué un efecto tal debió
haber ocurrido.
La "Espiral del Silencio" adquiere renovada actualidad
a final del milenio, debido a que cada vez más los medios son
controlados por minorías, y cada vez menos, las mayorías
tienen acceso a definir su curso, sus contenidos y en particu-
lar sus representaciones. La difusión de una visión dominante
de lo que sucede en el mundo a través de los medios, plantea
no sólo la exclusión de otras visiones que no caben o que
cuestionarían a la hegemónica, impidiendo así el-por mu-
chos anhelado-pluralismo mass-mediático, y permite hipo-
tetizar que además de ser excluidos, los amplios sectores de
la audiencia son también silenciados (Orozco 1997).
A fines de los sesenta se gestó lo que se conoce como la
"Hipótesis del Cultivo", acuñada por el investigador esta-
dounidense, Gerbner y proseguida por sus colegas de la Uni-
versidad de Pensilvania, por la que se intenta explicar que los
efectos no son producidos, como hasta entonces se había creído,
sólo por la exposición de las audiencias a un determinado
contenido, sino por la acumulación de exposiciones a un cierto
tipo de referente (Gerbner 1983).
La Hipótesis del Cultivo ha generado una amplia gama
de estudios, no sólo dentro de los Estados Unidos sino también
estudios comparativos de varios países (Morgan 1992). No obs-
tante algunas críticas centradas en que el modelo del Cultivo,
al igual que el de la Aguja Hipodérmica, tiene como premisa,
y a la vez variable fundamental, la simple exposición de recep-
tores a un mismo referente a lo largo del tiempo; investiga-
ciones recientes realizadas fuera de los Estados Unidos, y
destacadamente en América Latina, (Morgan y Shanahan 1995)
muestran que los diseños metodológicos a los que ha dado pie
este modelo y los "lndicadores Culturales", desarrollados por
la acumulación de conocimiento producto de su investigación,
permiten apreciar una serie de influencias de los medios en
procesos societales amplios, como la misma democratización
de las sociedades.
En su libro-compendio sobre los efectos de los media
(1994), el italiano Mauro Wolf enfatiza que los efectos siguen
siendo centrales para entender 10 que sucede en la continua in-
teracción entre medios y audiencias, y revisa y propone una
serie de modificaciones para la investigación futura de la comu-
, nicación sustentada en este modelo.
Por ejemplo, una de las elaboraciones recientes, emergen-
tes, es la de considerar que la variable "exposición" no es la
única importante para entender el efecto, sino que se requiere
integrar otras, como la "situación" de recepción, el "contexto"
social y cultural de los receptores, sus "competencias comuni-
cativas" en general y en particular con respecto al medio, y
hasta al género específico al que se expongan, aunadas a las
características del propio "contenido" que es transmitido, sus
condicionantes de producción y sus sentidos.
Así, en la línea de investigación sobre los efectos violen.
tos de los medios se han incorporado variables del contexto,
como la violencia social existente en las sociedades o sec-
tores sociales a los que pertenece la audiencia estudiada, dis-
tintos tipos de violencia, como la física, la verbal o la simbó-
lica, y distintos ámbitos de afectación de la violencia, como
el cognoscitivo, el emotivo, el axiológico, donde no sólo el
aumento de la agresividad de los miembros de la audiencia
importa, o evidencia un efecto, sino también sus opinio-
nes y juicios sobre 10 violento y sus disposiciones a legiti-
mar la violencia como una conducta social inevitable y a
desarrollar conductas y actos violentos específicos (Bisbal
1996, Fuenzalida 1995).
Parece que estas elaboraciones del modelo de efectos
coinciden con las realizadas desde el modelo del "Análisis
Crítico de la Audiencia", donde si bien no son tomadas como
variables, sí se usan como categorías de análisis que buscan
hacer sentido de lo que sucede con la recepción desde el
contexto de los sujetos sociales miembros de la audiencia
(Jacks 1994; Jensen 1995).
El desarrollo del modelo de efectos, al ampliarse y al
incluir otros elementos para tratar de entender por qué se pro-
ducen los efectos, abandona una de sus premisas básicas más
criticadas, que es la de asumir que entre un medio y un recep-
tor hay una relación directa, por lo que el esfuerzo de los
productores-emisores de mensajes sería fundamentalmente
uno de eliminar todo aquello que intervenga en la trans-
misión-recepción, conceptuado como ruido, para lograr ser
efectivos en la comunicación.
Quizá el mayor desafío que plantea el estudio de los
efectos sea, por una parte, distinguir el peso específico tanto de
los medios, como de las variables intervinientes en la produc-
ción de efectos concretos. Por otra parte, es necesario una
reconceptualización, más que de los efectos, de la influencia,
muchas veces difusa, que los medios ejercen en sus audiencias,
en particular en la conformación de sus identidades, en la
producción cultural, en su segmentación social y en su infor-
mación política. Por ejemplo, el tipo de influencia de géneros
específicos, como el de ficción o el noticioso, en la inhibición
o facilitación de la participación ciudadana de las audiencias.
Segunda tendencia: La audiencia
como sujeto de investigación
Como contraparte o complemento a la tendencia investigativa
de los efectos de los medios, donde el protagonista es el emisor
a través de los productos de los medios, la centrada en la
audiencia ha ido ganando relevancia e interés entre la comuni-
dad internacional de investigadores de la comunicación,
En sus orígenes, la audiencia fue importante para la
investigación sobre todo como recipiente pasivo de efectos:
buscados por los emisores. Posteriormente la audiencia pasó a
'ser importante en tanto posible consumidora de las ideas y opi-
niones políticas de la propaganda y de los productos y servicios
anunciados por los patrocinadores de los medios.
Los estudios de rating, al igual que las encuestas de
opinión, se desarrollaron desde los cuarenta y no sólo han
sobrevivido hasta ahora, sino que se han fortalecido como
dos líneas de investigación importantes para los emisores.
Ambos esfuerzos investigativos han logrado una espectacular
institucionalización, no tanto en el campo académico especí-
fico de la comunicación, pero sí en la sociología en general y
en los estudios de mercadotecnia y ciencia política.
En cierto sentido, tanto las preferencias de la audiencia,
sus perfiles y sus horarios de exposición a determinados con-
tenidos, como la generación de opinión pública y la consta-
tación de predisposiciones para la acción, podrían pensarse
como posibles o potenciales puentes entre la investigación
estrictamente académica y los estudios con fines lucrativos o
políticos, en la medida en que los primeros sirven para la
'. sustentación de políticas públicas en comunicación y cultura, y
r los segundos permiten entender el comportamiento de la
I
audiencia toda con referencia a acontecimientos societales
específicos en los que juega un papel algún medio de comuni-
cación.
Estudios de opinión han permitido apreciar el papel
específico de campañas, como la del. "no" en Chile que provocó
la retirada del poder de Pinochet (Orozco 1991).
El primer cambio sustancial en la investigación de la
audiencia tuvo lugar con la emergencia del modelo de "Usos y
Gratificaciones" en los sesenta, aunque puede considerarse que
desde los cuarenta se perfiló el modelo con investigaciones
sobre los motivos de sectores específicos de la audiencia para
"exponerse a ciertas estaciones de radio" (Lozano 1996).
Este modelo, a diferencia del de efectos, que planteaba
la pregunta: "¿Qué hacen los medios con la audiencia?", plan-
tea la pregunta inversa: "¿Qué hace la audiencia con los
medios?".
El cambio de mirada, de perspectiva, que este nuevo
modelo comunicativo significó para la investigación de la
comunicación, tuvo que ver con el énfasis dado por los inves-
tigadores para entender, aunque parcialmente, el mundo indi-
vidual de los miembros de las audiencias.
Entre otras preocupaciones, este modelo conlleva la de
conocer las necesidades comunicativas y afectivas, necesidades
psicológicas, de sectores concretos de la audiencia. La premisa
esencial postula que los miembros de la audiencia son sujetos
activos, no pasivos -como se consideró en la investigación
tradicional de efectos- por 10 que hay que dar cuenta de los
soportes y, sobre todo, de las motivaciones de su actividad con
relación en los medios y sus contenidos.
Una segunda premisa fue que una de las grandes moti-
vaciones o motivaciones genéricas de los receptores en su
relación con los medios, es la búsqueda de gratificación, casi
siempre entendida como búsqueda de placer (entretenimiento,
diversión, emociones, etcétera).
Esta particular manera de entender la gratificación
propició que la mayor parte de los estudios orientados por este
modelo, se apoyara en la psicología para contextualizar un
abordaje en esencia individualista (Klapper 1975; Hemiques
et al. 1984), donde la explicación necesariamente micro e
individual del proceso comunicativo y 10 que 10 motivaba,
perdía de vista no sólo la dimensión colectiva de la vinculación
medios-audiencias, sino su comprensión como fenómeno
comwiicativo (Garfinkel1981).
Los avances recientes en este modelo tienen que ver sobre
todo con dos aportaciones. Una, originada dentro del mismo
modelo y otra importada al modelo. La primera reelaboración
se relaciona con la búsqueda por trascender lo individualista,
para poder hacer generalizaciones más allá de casos particu-
lares, para 10 cual se ha desarrollado y afinado dentro del
método científico lo que se conoce como el Expectancy Value
(el valor de la expectativa), que en esencia es una ecuación, la
cual aplicada a la información recabada permite ponderar lo que
es personal, individual, para acercarse a una afirmación más
generalizada (Jensen y Rosengren 1990).
Una variante dentro de esta reelaboración del modelo ha
sido su aplicación para explorar el papel de las identidades y
otras variables como el género y la nacionalidad, en su influen-
cia sobre los usos que hacen de los medios miembros de la
audiencia (Rota y Korzeny 1985).
La segunda elaboración proviene no sólo de fuera del
modelo, sino también de su contexto geopolítico original.
Proviene de América Latina, en concreto del trabajo de Martín-
Barbero y Muñoz (1992) sobre los usos del melodrama
(telenovela) en Colombia.
En esta perspectiva latinoamericana de los Usos (y Grati-
ficaciones) se abandona el énfasis en las Gratificaciones y se
redimensiona la parte de Uso, como usos sociales (Kaplún
1996). En posteriores estudios en países escandinavos, la pers-
pectiva de los usos sociales es introducida desde el modelo del
"Análisis Crítico de la Recepción" integrando esta dimensión
a la de apropiaciones y procesos de la recepción (Jensen 1987).
Lo que ha sobrevivido e incluso ha tomado mayor fuerza
del modelo de Usos y Gratificaciones, es la concepción de la
audiencia como un sujeto activo y como el punto de partida de
exploraciones subsiguientes del proceso de comunicación.
Quizá la transformación fundamental en el estudio de las
audiencias se dio a mediados de los ochenta impulsada en parte
por los trabajos del australiano John Fiske (1987) sobre
fi
semiótica y en particular sus elaboraciones sobre los "lectores
activos", los "textos activos" y los "intertextos" (Morley 1992). En parte por la emergencia de la Escuela de Birmingham
(Estudios Culturales) que introdujo la metodología etnográfica
al estudio de las audencias y, en general, al estudio de 1o comu-
nicativo, confirió status de objeto de estudio a la cultura
popular, antes negada por la supuesta única cultura: la alta
cultura.
El viraje con relación a los estudios de audiencia tradicio-
nales y que ha dado origen a lo que se conoce en la actualidad
como Critical Audience Research ("Investigación Crítica de .
la Audiencia ") se dio precisamente en tres niveles: epistemoló-
gico, teórico y metodológico.
Epistemológicamente se asumió que conocer la interac-
ción entre audiencias y medios requería como condición sine
qua non, trascender la relación directa entre ambos y explorar
la cultura y el contexto, tanto el específico de la recepción,
como el de la audiencia, así como la combinación de intertex-
tos que se ponían en juego, objetiva y subjetivamente por ambas
partes.
Teóricamente, se conceptuó a las audiencias como su-
jetos colectivos o segmentos estructurado s de acuerdo con
criterios culturales, económicos y políticos, situados de manera
histórica, productores de significados y activos en su interac-
ción con los medios y la creación de la cultura.
La recepción, entonces, quedó circunscrita no sólo al
contenido de 10 transmitido-percibido, sino al contexto de su
producción y su recepción, así como a las mediaciones intervi-
nientes. Mediaciones múltiples, provenientes de diversas fuen-
tes individuales, estructurales, contextuales, institucionales,
culturales, económicas y políticas (Orozco 1996a).
Uno de los avances teóricos más recientes postula la ne-
cesidad de incluir en los análisis de recepción, más que disci-
plinas en abstracto, teorizaciones específicas, como la "Teoría
de la Acción", de Giddens, la "Teoría del Cambio Social"
de Touraine, la "Teoría de la Pedagogía de la Liberación" de
Freire (White 1997), y otras conceptuaciones pertinentes como
la del modelo de la "Comunicación Familiar", de Renero
(1996), para lograr recrear objetos de estudio con un verdadero
potencial de transformación de los sujetos implicados.
Metodológicamente,
la perspectiva adoptada fue la cualitativa en sentido amplio, donde diversas técnicas antropológicas, etnográficas, culturales, sociológicas, fueron acogi-
das para explorar el complejo entramado de mediaciones,
comunidades de apropiación, procesos de negociación de
significados, estrategias de recepción --entre otras cate-
gorías- (Orozco 1996b).
Curiosamente, las perspectivas psicologistas fueron sos-
layadas y ha sido hasta los años más recientes cuando los in-
vestigadores, en especial latinoamericanos, han vuelto la
mirada a estas disciplinas (e. g. Cornejo 1994 con el psico-
drama; Guinsberg 1994, desde el psicoanálisis; Merlo et al.
1996, desde la psicología social, y Graviz y Pozo 1994, desde
la pedagogía).
De forma paralela al "análisis de la recepción", desarro-
llado desde la comunicación y los medios de información, se
ha desarrollado otra vertiente denominada "Teoría de la Recep-
ción" desde Alemania. Esta vertiente se ha desenvuelto de los
estudios literarios, en específico de los estudios sobre la novela,
y cuenta con una fuerte tradición tanto entre literatos, como
entre críticos literarios (Mayoral 1987; Piccini 1993).
Uno de los desafíos de la investigación futura de la audien-
cia es vincular e integrar ambas tradiciones sobre los estudios
de recepción, quizá adaptando la tradición alemana centrada en
la comunicación escrita a los nuevos medios y nuevas recep-
ciones, sobre todo propiciadas por los múltiples lenguajes post-
modernos y sus variados soportes tecnológicos (e. g. Acuña
1995), o quizá refinando la conceptuación de la tradición
sobre análisis crítico de la recepción, sobre todo en lo que se
refiere al análisis de los lenguajes a través de los cuales se es-
tructuran los contenidos.
Otro de los desafíos que plantea el análisis de la recepción
y de las audiencias es su vinculación sistemática con las apor-
taciones de la corriente de Media Education ("Educación para
los medios"), y con la "Educación para la televidencia ", quizá
a través de una "rearticulación semiótica de la demanda cul-
1
tural" de las audiencias (Fuenza1ida y Hermosi1la 1991) o de la
"rearticulación de las mediaciones" (Orozco 1996b).
Tercera tendencia:
La investigación del contenido
y las formas de los referentes mediáticos
Paralelamente a las tendencias de investigación de los efectos
y de las audiencias, diferenciadas, pero a la vez complemen-
tarias de un mismo objeto de conocimiento, las tendencias de
investigación de los contenidos y las formas de lo que trans-
miten los medios también constituyen un desarrollo significa-
tivo dentro de la evolución histórica de los estudios sobre
comunicación.
Como anota el investigador mexicano, José Carlos Lozano
(siguiendo a McQuail 1983), la premisa fundamental que ha
inspirado la investigación de los contenidos del intercambio
comunicativo es que: "...los mensajes reflejan la visión social,
la posición de clase o la ideología de los emisores de las
comunicaciones de masas, o bien (reflejan la manera) como
hacen la selección, el procesamiento y la distribución las or-
ganizaciones de medios de comunicación" (1996: 115).
Si bien se puede ubicar el análisis de contenido en la
Alemania del siglo pasado, cuando se estudiaba la prensa pru-
siana, incluso en las escuelas (Pungente 1990), en nuestro siglo
y con el calificativo de investigación científica de la comuni-
cación, el análisis de contenido emerge con los estudios sobre
la prensa escrita, realizados en los Estados Unidos para averi-
guar qué tipo de noticias recibían su colocación en las primeras
planas de periódicos como elNew York Times y el Washington
Post.
En un principio, los análisis de contenido fueron reali-
zados con un enfoque cuantitativo, midiendo y contando items
y espacios dedicados a las distintas informaciones, tanto en
escrita, como en la radio y en la televisión (Krippendorf
1980).
Algunos estudios ya clásicos en la literatura internacional
sobre contenidos son los realizados en la Universidad de Glas-
gow, Escocia, publicados bajo el elocuente título de Bad News
(Malas noticias, 1976) y More Bad News (Más malas noti-
cias, 1980) y que buscaron comprobar empíricamente los ses-
gos ideológicos en la oferta de información televisiva
sobre los acontecimientos sindicales. Estos estudios mostraron
-entre otras cosas- no sólo que los patrones y los funcio-
narios del gobierno -es decir, los miembros del status quo-
recibían más espacio televisivo, sino que cuando los líderes
sindicales -los disidentes, "irruptores" del orden social-
aparecían en pantalla, las tomas, de arriba a abajo y en picada,
los hacían lucir menores y nunca les tomaban close ups, lo cual
casi siempre era el plano en que se enfocaba a los otros.
Además, las declaraciones de los primeros, siempre eran trans-
mitidas en los noticieros de mayor rating, mientras que las de
los segundos, en horas de menor audiencia.
Otro ejemplo similar es el ya clásico estudio latinoameri-
cano de Dorffman y Mattelart, Para leer al Pato Donald, que
es un análisis cualitativo de contenidos de los productos de la
empresa transnacional Dysney.
Los ejemplos anteriores ilustran que la investigación de
contenidos se ha realizado con enfoques cuantitativos y cuali-
tativos, y que sigue siendo una opción para la realización de
investigaciones críticas, de denuncia social.
Actualmente, los análisis de contenido han adquirido
popularidad entre los sectores sociales críticos que los realizan
como medio para "desenmascarar" a las industrias de medios
de información y en especial para mostrar la impunidad existen-
te en la función informativa, sobre todo de la televisión.
Por ejemplo, en México desde 1994 la asociación inde-
pendiente "Alianza Cívica" ha venido realizando de los
monitoreos de medios comerciales para informar a la opinión
pública la atención que los medios, a través de sus programas
noticiosos, están dando a acontecimientos como las elecciones
presidenciales, el conflicto zapatista, los asesinatos políticos,
etcétera (Orozco 1996b).
La investigación sobre las formas d los referentes
mediáticos se ha realizado principalmente fuera de América
Latina. En este tipo de investigación se incluye no sólo los
formato s de los mensajes, que han sido del interés de los que
realizan programas educativos (Buckingham 1987), sino
también los formato s lingüísticos, los modos de interpretación
con los que los mensajes abordan a su audiencia (Fuenzalida
1995), los modelos de receptor o interlocutores implícitos
(Johnson 1983) en los textos mediáticos y el soporte tec-
nológico que los hace posibles (Jensen 1995).
El estudio de los géneros constituye una de las vertientes
que comienzan a recibir considerable atención por los investi-
gadores de los medios, incluso por los latinoamericanos (Wolf
1987; Martín-Barbero y Muñoz 1992; Steinberg 1993).
La premisa fundamental en esta vertiente es que no son
tanto los medios, sino los géneros a través de los que se
estructura el sentido y se propician las "lógicas de recono-
cimiento" por parte de la audiencia (Orozco 1996b).
El tránsito de una comprensión estríctamente técnica y
formal, a entender que las formas son "formatos culturales",
proviene del trabajo del británico Raymond Williams, publi-
cado en un libro que se ha convertido en clásico en los estudios
culturales y comunicativos: Television and Cultural Forms
(Televisión y formas culturales, 1974), y el cual postula, más
que simples formas, 10 que está involucrado en la televisión y
en los demás medios modernos, son "matrices culturales".
En la misma tesitura, Martín-Barbero (1988) y otros en el
ámbito internacional (e. g. Murdock 1993) han propuesto in-
vestigar las "lógicas de producción" que factibilizan ya la vez
connotan la realización de los productos comunicativos.
El estudio de las "Industrias Culturales", por ejemplo, ha
tomado en serio ambas tendencias de la investigación: los
contenidos y las formas, como estrategia para entender más el
papel que juegan en la producción y circulación de la cultura y
particularmente de las "representaciones" (Grossberg 1994;
McLaren 1995).
Uno de los desafíos que plantea esta vertiente de investi-
gación es la de vincular de manera adecuada contenido y forma
en la investigación de la comunicación, para lo cual algunas
posiciones emergentes han surgido, más que del campo de la
comunicación, de la educación y en particular de la "pedagogía
crítica" enfocada en la deconstrucción de las representaciones
mediáticas (Hollub 1992; Fiske.1993).
Un libro que ahonda esta preocupación con un sentido
cultural postmoderno, pero en lo fundamental crítico y propo-
sitivo, es el de Giroux y Mclaren: Between Borders, Pedagogy
and the Politics o/Cultural Studies (Entre fronteras, la peda-
gogíay la política de los Estudios Culturales, 1994).
Otro de los desafíos tiene que ver con la corriente de
estudios sobre "Educación para los medios". El contenido y la
forma de los productos comunicativos, sus géneros y sus len-
guajes, plantean la necesidad de un abordaje integral en el
trabajo con las audiencias, no sólo centrado en el contenido o
ideología de los referentes mediáticos. Un abordaje que integre
tanto alfabetizaciones a los diversos códigos significantes con-
temporáneos, como técnicas específicas para abordar su de-
construcción (Orozco 1996c).
Un encuentro pendiente
Estas tendencias de investigación en comunicación pervaden
distintas líneas específicas de investigación. Por ejemplo, la
corriente emergente de investigación de la relación concreta
entre niños y medios (GRREM 1997), que o desde los mismos
medios y su programación o desde los propios niños y sus
, contextos, busca dar cuenta de las múltiples interacciones que
tienen lugar entre ambos, usualmente con una perspectiva
crítica tendiente a la transformación de esas interacciones.
A la vez, las tres tendencias en conjunto, muestran en el
ámbito internacional un énfasis en la realización de estudios
empíricos, tanto que si bien ahí radica uno de sus aportes
mayores, también ahí se encuentra uno de sus límites más
palpables.
La predominancia del empirismo en la investigación de
comunicación fuera de América Latina, a la vez que la diferen-
cia y distingue con 10 que sucede dentro, ha significado muchas
veces la producción de un conocimiento desarraigado de con-
ceptuaciones teóricas mayores, de donde se pueda obtener una
mejor apreciación del intercambio comunicativo y social. Con
frecuencia, los estudios empíricos son tan específicos, que
no es posible vincularlos con la generación de un pensamiento
sistemático sobre 10 que realmente sucede más allá del caso
concreto que abordan, impidiéndose además la formulación de
explicaciones sustantivas sobre la interacción medios-audien-
cia (e. g. revista Human Communication Research).
Esta situación constituye una preocupación considerable
-aunque no se haya resuelto en forma satisfactoria el problema
que trata de corregir- entre las comunidades de investigación
internacionales, que desde hace una década han tratado de in-
corporar teoría a su práctica de investigación.
La preocupación se ha manifestado, por ejemplo, en la edi-
ción de publicaciones teóricas, como Communication Theory,
que comenzó a circular hace apenas cinco años, o Communi-
cation Inquiry. También se ha manifestado en la invitación de
grandes pensadores (como Stuart Hall, Antony Giddens, Ray-
mond Williams) como ponentes magistrales en los congresos
anuales de las asociaciones de investigación de la comunica-
ción, y en la manutención de grupos y divisiones de trabajo
sobre filosofía de la comunicación en las agendas de produc-
ción de conocimiento de estas asociaciones.
Vale la pena destacar que la necesidad por comprender
la avalancha de datos empíricos sueltos que se han obtenido
y se siguen obteniendo, es vista como una necesidad filosó-
fica, de pensar sobre y a partir del conocimiento existente,
de donde de manera eventual se puedan producir teorizaciones
más comprensivas que permitan justamente hacer sentido de los
conocimientos generados y a la vez, de la práctica misma de la
investigación.
Pero, por otra parte, desde América Latina el énfasis
predominante a lo largo de la historia de la investigación sobre
los medios ha sido el ensayismo. Un ensayismo en momentos
excluyente de los datos empíricos y que en buena medida
propició una ideologización de este campo de estudios. Un
ensayismo, además, cada vez más ligero, light, basado en
fuentes documentales secundarias. Si bien en algunos momen-
tos los ensayos permitieron la emergencia de una posición
crítica frente a los medios, la falta de datos frescos ha dificul-
tado la constitución de líneas sistemáticas de investigación, que
entre otras cosas, den cuenta de lo que realmente está pasan-
do en suelo latinoamericano.
El encuentro pendiente para la investigación futura de los
medios de comunicación tiene entonces dos vertientes. Por una
parte, implica una integración apropiada de los intereses de
investigación, por lo menos manifiestos en cada una de las
tendencias referidas. El estudio de los medios no puede seguirse
dando sólo centrado en alguno de los componentes del proceso
de comunicación posibilitado por ellos, sino que debe involu-
crar todos los componentes de hecho involucrados. Quizá la
nueva tendencia que debe gestarse es una tendencia integral,
donde medios, efectos, contenidos, contextos y audiencias, y
sus interacciones, sean el objeto de investigación.
Los medios de comunicación no constituyen, por su-
puesto, todo el universo, pero sí son centrales en la confi-
guración contemporánea de lo comunicativo y lo cultural. Por
ellos pasan redefiniciones y provocaciones, informaciones, pa-
trones de comportamiento, espectáculo y diversión. Por ellos
pasa la educación, la reconstitución de identidades, la economía
y la política.
La otra vertiente del encuentro deseable tiene que ver
con una integración de las prácticas y perspectivas de investi-
gación con las que se aborde lo comunicativo. Aquí se hace
necesario una vinculación equilibrada de teorización y datos
empíricos, que a la vez que posibilite indagar productiva e
inteligentemente aspectos concretos de la realidad, permita
construir teoría a partir de ellos, a través de procesos dialéc-
ricos o de reflexividad que pongan en duda interpretaciones de
datos y a la vez generen preguntas y categorías para dar1es
sentido.
A este respecto, en el ámbito internacional emerge la
tendencia a combinar lo cuantitativo y lo cualitativo, como
estrategia y método de hacer sentido de lo comunicativo, sobre
todo desde las audiencias. Esfuerzos mayores en esta dirección
seguramente que. contribuirán a ir consolidando una base de
conocimiento diferenciada que posibilite contar con informa-
ción tanto para el diseño de políticas y propuestas como para
sustentar estrategias micro de intervención con segmentos de
audiencia específicos.
Contribuir a la realización de una investigación más inte-
gral y esperanzadamente a ese encuentro pendiente en el estu-
dio de los medios, ha sido la intención de fondo de estas
páginas.
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Comunicación: tendencias latinoamericanas

Teoría de la comunicación en América Latina
Una visión europea de sus contribuciones

Robert A. White
(Traducción: Jorge A. Andrade)

La originalidad y especificidad de la investigación latinoamericana en comunicación toma sus raíces de una evolución social concreta. En la historia reciente como en la actualidad, este contexto ha originado teorías importantes.

En los últimos veinte años, las investigaciones en materia de comunicación en América Latina han crecido de manera constante, tanto en cantidad como en la madurez de sus enfoques teóricos propios. No es extraordinario que en cualquier año que tomemos como ejemplo se hayan publicado entre veinte y treinta libros sobre temas que van de la semiótica a la comunicación popular. Actualmente hay cinco o seis importantes revistas de investigación que publican artículos de trascendencia teórica provenientes de toda América Latina, y que tienen una distribución relativamente buena en el área idiomática continental. Entre las más conocidas se encuentran Dia-Logos (revista de la FELAFACS, Federación Latinoamericana de Asociaciones de Facultades de Comunicación Social), Comunicación y Cultura (publicada en México), Chasqui (publicada por CIESPAL, Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina, con sede en Ecuador), Comunicación (Venezuela), Comunicaçao e Sociedade (Brasil), e Intercom (publicada por la Sociedade Brasileira de Estudos Interdisciplinares de Comunicaçao). Además, diez o doce facultades de ciencias de la comunicación publican revistas y cuadernos que tienen bastante buena distribución a través de una red de intercambio universitario y que, a menudo, publican artículos de una originalidad teórica excepcional.
Un estímulo de importancia creciente para la investigación es la FELAFACS, una organización poderosa que tiene alrededor de ciento setenta facultades e institutos afiliados, que representan aproximadamente ciento setenta y cinco mil estudiantes de comunicación social de nivel universitario. FELAFACS, con secretaría permanente en Lima, Perú, publica, además de Dia-Logos, una colección de monografías y libros de texto, patrocina grupos de trabajo para mejorar el nivel profesional de la enseñanza universitaria de la comunicación, y celebra un congreso anual. La Asociación Latinoamericana de Investigadores en Comunicación, ALAIC, cuenta con varios grupos nacionales fuertes, como AMIC de México, y ha publicado una importante colección de sumarios bibliográficos de investigaciones en materia de comunicación realizadas en América Latina.
Hay algunos institutos independientes importantes con programas de investigación en comunicación, tales como IPAL, Instituto para América Latina, con sede en Perú; ILET, Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales, en Santiago de Chile y México; y CIESPAL, en Ecuador. Estos institutos y otros afiliados a universidades, como el de la Universidad de Colima en México, tienen publicaciones periódicas y organizan conferencias y seminarios. Los europeos podrían mirar con envidia el monto de los fondos para investigación que ingresan estos institutos, en especial de origen canadiense y europeo, pero el mérito corresponde a la iniciativa de los latinoamericanos para diseñar y promover proyectos de investigación destinados a comprobar enfoques teóricos.
Una de las más llamativas características de las investigaciones en materia de comunicación en América Latina -un poco en contraste con lo que ocurre en Europa y en otras partes del mundo- es la notable intercomunicación que existe entre los investigadores, los proyectos de investigación cooperativa y la conexión entre diversas organizaciones, institutos, publicaciones y facultades. Los latinoamericanos tienden a considerar su tarea como una empresa continental de investigación, lo que da lugar a un grado relativamente alto de conocimiento mutuo de lo que están haciendo los investigadores. Por supuesto que a menudo hay debate y un agrio desacuerdo, sin embargo, muchos latinoamericanos se refieren a su conexión continental como la "amigocracia".
Otra característica importante de las investigaciones en materia de comunicación en América Latina, es su relación directa con la formulación de la política de medios de comunicación, con los esfuerzos para formarlos y, especialmente, con los movimientos populares que introducen formas alternativas de comunicación y de medios. Los investigadores tienden a medir la importancia de su tarea no simplemente en términos de belleza y claridad teórica, sino más bien en términos de eficiencia para reformar los medios de comunicación y para favorecer la comunicación dentro de los movimientos populares. Los investigadores y los profesores universitarios han tenido el valor de comprobar sus ideas mediante la relación con movimientos sociopolíticos. En el apogeo de la hegemonía de los regímenes de seguridad nacional, en los años setenta, el compromiso de algunos de los más importantes investigadores los llevó al exilio. Irónicamente, la expulsión de la universidad o de los puestos de planificación del gobierno, les permitió disponer de más tiempo y libertad para dedicarse a la investigación y los aproximó a movimientos populares con modelos muy innovadores de comunicación participativa. Todo esto ha dado a las investigaciones en materia de comunicación una vitalidad y pertinencia inusitadas. También significa que las propuestas teóricas deben ser probadas y reformuladas continuamente en la dura escuela de la realidad sociopolítica y cultural.
La tercera característica de la investigación en materia de comunicación en América Latina, proviene de su preocupación por el cambio político y social. Es decir, su tendencia a encuadrar los temas de comunicación y medios no sólo en términos de problemas de ámbito restringido, como puede ser la violencia en los medios de comunicación o la problemática de los profesionales de los medios, sino en términos del papel que les cabe a los medios en el proceso social, involucrando en aquéllos el desarrollo de las instituciones políticas, económicas y culturales. La investigación sobre la comunicación ha estado en general relacionada con problemas básicos que se refieren a la clase de sociedad y cultura que está emergiendo en América Latina, y a cuál es el papel que los medios de comunicación deberían jugar en ese proceso. Por lo tanto, los esfuerzos realizados han sido especialmente creativos en el campo de las teorías normativas de la comunicación de masas y en el de los estudios de carácter cultural.
De este proceso de investigación, formulación teórica y debate, estimablemente rico, han surgido cuatro áreas de análisis que pueden entenderse como una contribución latinoamericana considerablemente original a los estudios en materia de comunicación en el plano internacional. Dichas áreas son: 1) influencia de la política económica internacional en el desarrollo de los medios de comunicación e instituciones culturales autóctonos; 2) ideas acerca de la reforma de los medios, política nacional de medios y, especialmente, democratización de la comunicación; 3) trascendencia de formas alternativas de comunicación y uso de los medios que están llevando a cabo los movimientos populares a consecuencia de su fortalecimiento, y su importancia como base para la democratización de los sistemas nacionales de comunicación y de medios; 4) mejor comprensión de la relación entre medios de masas y cultura popular en el desarrollo de los sistemas culturales y sociopolíticos nacionales.
Las tres primeras de estas áreas se desarrollaron en orden más o menos cronológico durante los años setenta y en los inicios de los ochenta aunque se han producido importantes cambios y matizaciones en los años recientes. La última área es un objetivo básico de gran parte de la investigación actual; representa una síntesis y es probablemente la contribución más madura e importante.

Papel de la política económica transnacional
en un desarrollo cultural dependiente y distorsionado
El primer paso en el desarrollo de una tradición latinoamericana autóctona de investigación en materia de medios, se dio en los años sesenta con el rechazo del funcionalismo norteamericano, perspectiva modernizadora que ponía énfasis sobre la difusión de prácticas y efectos conductistas (Schwarz y Jaramillo, 1986: 57). El sistema teórico alternativo que adoptaron ampliamente los investigadores de los medios de comunicación fue la "teoría de la dependencia", que analizaba el subdesarrollo de los medios de comunicación latinoamericanos y su falta de respuesta a los problemas sociopolíticos, económicos y culturales reales, en términos de integración dependiente en el sistema político económico capitalista internacional.
Diversos estudios acerca del contenido de la programación televisiva, de las tiras cómicas, de la publicidad y de las noticias, encontraron que se hacía una imposición directa de la ideología capitalista por medio de la cultura popular de los EE.UU. Este "imperialismo cultural" sujetaba a las clases populares a las ideologías dominantes y además era potencialmente destructivo de las tradiciones culturales de América Latina (Dorfman y Mattelart, 1971). Tal vez más importante fue el cambio fundamental de perspectiva de los investigadores latinoamericanos de la comunicación, que se alejaron del intento de "ponerse al día" con el mundo industrial desarrollado y de una identificación con los movimientos anticolonialistas de liberación de las nuevas naciones del "Sur", laxamente unidas en organizaciones del tipo de la de "Países no Alineados".
Hacia finales de los años sesenta los investigadores de la comunicación se fueron distanciando de la interpretación reduccionista que veía los medios como un instrumento de hegemonía cultural, es decir, de aquella que, por una parte, entiende que el desarrollo cultural está ampliamente controlado desde el exterior y que, por otra, divide el mundo en forma simplista entre naciones y sectores sociales dominantes y receptores pasivos (Lins da Silva, 1986: 93-95). Se ha criticado el enfoque reduccionista porque conduce a concepciones de autonomía nacional sin diferencias sociales internas, por su exagerada confianza en el poder del Estado como representante de todas las clases sociales para la reforma de los medios e, incluso, porque, en algunos casos, da pie a la propaganda nacionalista de las elites modernizadoras justificando el "régimen de seguridad nacional".
Posteriormente, la investigación se ha centrado, cada vez más, en el problema de la formación de monopolios internos en las industrias de la cultura y en la búsqueda, por parte de las elites, de alianzas con las empresas transnacionales en proceso de expansión. El efecto más significativo de esta organización transnacional de las industrias de la cultura, quizá no es tanto la dominación directa del desarrollo cultural latinoamericano -aunque ello esté sucediendo en algunos casos- sino una creciente rigidez en la organización sociopolítica, económica y cultural latinoamericana que impide el proceso normal de cambio social, de redistribución social del poder de toma de decisiones y de participación en el campo de la creatividad cultural.
El capital monopólico latinoamericano ha desarrollado e institucionalizado las formas de organización empresarial transnacional, hasta el punto de convertirlas en la base de la expansión transnacional, tanto dentro como fuera de la región latinoamericana (Fox, 1989: 48-49). El resultado directo de la concentración de poder y del incremento de la rigidez es la acentuación de la polarización social y del conflicto, lo que lleva aparejado un costo humano y cultural terriblemente alto, la ruptura del proceso negociador para desarrollar una política de medios de comunicación, el estancamiento cultural, y la incapacidad de los procesos políticos nacionales para responder de un modo innovador a las necesidades de información y comunicación propias de las sociedades latinoamericanas abocadas a un cambio rápido.
Con una perspectiva de dependencia cultural más matizada, la investigación ha dado lugar a varias áreas teóricas importantes, que se enuncian a continuación:
Mejor comprensión de las maneras complejas en que las empresas transnacionales operan en América Latina e influencian su desarrollo cultural. Por ejemplo, aunque la propiedad de los medios se mantiene primordialmente en manos de empresarios y gobiernos latinoamericanos, el poder financiero de la publicidad transnacional ha influenciado en las estrategias de información y programación de modo que respalden las campañas internacionales para introducir determinadas líneas de productos. Por una parte, esto reduce la diversidad y creatividad de los contenidos de los medios, con el resultado de que éstos no se constituyen en un foro adecuado para el debate y las expresiones culturales. Por otra parte, los medios promocionan estilos transnacionales de consumo (orientado hacia el mercado de los EE.UU.) que no tienen que ver con la cultura latinoamericana y que no responden a las necesidades de desarrollo social de los grupos sociales deprimidos (Roncagliolo, 1986: 79-87; Janus, 1986: 127-142).
Análisis de las maneras en que la relación de intereses de los medios de comunicación latinoamericanos con las industrias culturales transnacionales produce un aislamiento de información y perspectivas de grandes sectores de población y de los nuevos movimientos socioculturales de América Latina. Los medios no producen la clase de información que los latinoamericanos necesitan para hacer frente al cambio de condiciones. Hay otra línea de investigación relacionada con la anterior, que analiza la aparición de sistemas de información alternativos, populares o clandestinos que buscan cubrir las deficiencias, y el modo como estos sistemas alternativos pueden obtener reconocimiento adecuado e integrarse dentro de las instituciones de medios latinoamericanas (Reyes Matta, 1986: 190-214).
Análisis histórico comparativo de la influencia transnacional sobre los medios y el desarrollo cultural. Algunos estudios han sugerido, por ejemplo, que en los años treinta y cuarenta, antes de la expansión transnacional del periodo de posguerra, la radio, el cine y la música popular ayudaban más que ahora a la integración nacional, al descubrimiento de la identidad cultural latinoamericana, y al ritmo humano de vida en la familia, la comunidad y la región. La introducción en los años sesenta de modelos de televisión mucho más norteamericanos, con su publicidad y programación fuertemente relacionadas con las demandas de crecimientos cuantitativos de la productividad y los mercados nacionales, ha tenido como consecuencia la homogeneización cultural y la subordinación de los grupos sociales primarios a la dinámica de la movilidad ascendente individual (Martín Barbero, 1987: 193-202).
En el ámbito político, esta línea de investigación y formulación teórica proporciona una base para las acciones de los gobiernos latinoamericanos dirigidas a crear flujos de información más autónomos e intracontinentales por medio de agencias como ASIN (Acción de Sistemas de Información Nacional), destinada a la distribución de información en el medio intergubernamental, y ALASEI (Agencia Latinoamericana de Servicios Especiales de Información), que suministra noticias de temas claves analizados más en profundidad, para cubrir las deficiencias de las más importantes agencias de noticias internacionales.
Tal vez una de las contribuciones más importantes de la adopción inicial del enfoque dirigido a la dependencia cultural, fue la definición del estudio de los medios como una cuestión de hegemonía cultural, ideología, resistencia de las clases populares y participación popular en la creación de culturas nacionales. Un trabajo reciente muestra la necesidad de estudiar los procesos históricos específicos en países específicos y de considerar las diferencias de los medios. La teoría ha realizado análisis mucho más sofisticados de la organización político-económica interna, aunque siempre dirigidos a una cuestión básica: la manera en que influye en el desarrollo cultural de los países latinoamericanos.

Teorías sobre la democratización
de la comunicación y la reforma de los medios
La amplia difusión que tuvo en los comienzos de los años setenta la concepción del subdesarrollo latinoamericano en términos de dependencia e imperialismo cultural, convenció a gran parte de la opinión pública informada y a los líderes políticos más progresistas, de que era necesario llevar adelante políticas tendentes a favorecer un mayor control nacional de los medios y su "disociación" -de la industria transnacional de medios. La influencia norteamericana en los medios de masas estaba en su cúspide y los investigadores de la comunicación, basándose en sus análisis de las serias distorsiones que sufría el desarrollo cultural a consecuencia de unos medios dominados desde el exterior, sintieron que era urgente su acción directa en la formulación de una política nacional de medios de comunicación.
El establecimiento de una serie de institutos de investigación de políticas de comunicación, como el ILET en México, el ININCO en Venezuela y otros centros o grupos similares en otros países latinoamericanos, permitió reunir algunos de los investigadores de más talento en materia de comunicación, proporcionándoles una plataforma relativamente bien organizada y bien dotada financieramente para transformar los análisis teóricos en formulaciones políticas. Tal vez en ninguna otra parte del mundo los investigadores de la comunicación han tenido un acceso tan directo al proceso de creación de políticas de medios públicos, como en América Latina en los años setenta y comienzos de los ochenta. Y respondieron a la oportunidad de que dispusieron con formulaciones notablemente creativas en materia de filosofía de los medios públicos y de teorías normativas sobre la comunicación de masas.
Los procedimientos formales acerca de planificación y política nacional de comunicación, en parte fueron puestos en marcha por agencias internacionales tales como la UNESCO. Pero en los años de preparación para la conferencia cumbre de gobiernos latinoamericanos sobre política nacional de comunicación celebrada en San José de Costa Rica en 1976, ya pudo disponerse de proyectos bien formulados provenientes de toda América Latina. Más importante aún fue la presión para lograr el cambio social que agresivos movimientos sociopolíticos realizaron durante los años sesenta y comienzos de los setenta. Estos movimientos se inspiraban parcialmente en la revolución socialista de Castro en Cuba, sin embargo, tenían raíces en las profundas dislocaciones sociales producidas por la rápida modernización de los años cincuenta y sesenta, que desató levantamientos campesinos y produjo la agresividad de los sindicatos y la radicalización de las universidades. Aunque en países como Brasil, Argentina, Uruguay y Chile una coalición de las elites modernizadoras con los militares respondió con la represión, los líderes políticos de Perú, Venezuela y México entendieron que su apoyo a los proyectos reformistas era un medio de legitimar y reforzar sus gobiernos que se enfrentaban a una población inquieta.
El fundamento de los proyectos de política de medios, fue una nueva filosofía pública en materia de comunicación que se desarrolló en América Latina en los años sesenta y setenta. Consistía en: 1) concepción de los medios no simplemente como un canal de información sino como un proceso de comunicación destinado a crear un debate razonado y libre en la comunidad (Pasquali, 1963); 2) definición de los medios de comunicación como un servicio reglamentado por el Estado en interés público; 3) énfasis en el derecho universal a la comunicación (Reyes Matta, 1981: 4) organización de los medios en base al principio de participacion, especialmente asegurando dicha participación a los movimientos de las clases populares; y 5) énfasis en el carácter de los medios como un foro para el desarrollo de las culturas latinoamericanas autóctonas.
Hacia finales de los setenta, grupos como el ILET reunieron estas diferentes ideas en lo que todavía hoy es uno de los modelos de "democratización de la comunicación" más cuidadosamente elaborado. Se han introducido elementos de este modelo en estudios europeos de teorías normativas de los medios de masa, como por ejemplo, la de McQuail (1987: 121-122). El modelo elaborado por el ILET incluye las siguientes previsiones: 1) reorientación de los medios de comunicación para que dejen de ser un servicio privado y adquieran el carácter de servicio público que responda a las necesidades de información de la población en su conjunto, especialmente de las clases populares; 2) amplio acceso a los medios y desarrollo de formas de participación en la producción; participación representativa del público en la formulación de la política de medios, al menos de modo indirecto; 4) nuevos acuerdos sobre la propiedad de los medios que aseguren su cometido como servicio público; y 5) introducción en la enseñanza primaria y secundaria de la preparación apropiada para un uso más crítico y participativo de los medios (Reyes Matta, 1981).
Desde finales de los años sesenta y durante los setenta, los expertos en política de comunicación de Perú, Venezuela y México, contaron con presidentes de mentalidad reformista que permitieron implementar, o al menos introducir , una legislación que incorporaba adaptaciones prácticas de la filosofía pública de la comunicación. Ésta ha sido prácticamente la única experiencia de puesta a prueba de análisis sociopolíticos de las instituciones y reformas de los medios, que haya merecido la atención de los estudiosos de la comunicación de Europa y otras partes del mundo. En realidad, el fracaso político de esos movimientos reformadores, ampliamente documentado en otros estudios (Capriles, 1982; Fox, 1989), reveló a los latinoamericanos algunas de las deficiencias de sus esquemas sociológicos referidos a los medios de masa, especialmente por su confianza en la perspectiva de la dependencia, que descuidaba el análisis de la hegemonía interna y de los procesos políticos nacionales. Esto ha llevado a reformulaciones importantes de la teoría de los medios de masa en América Latina.
Debería subrayarse que, aunque una coalición de intereses publicitarios, de propietarios de medios y de algunos sectores de profesionales que trabajaban en ellos, obstruyó la legislación reformadora, la filosofía pública de la comunicación y los modelos reformadores se han convertido en parte de muchas políticas y del pensamiento de muchos líderes políticos de América Latina. También las ideas más valiosas que surgieron en los años setenta se han incorporado a los textos y se explican en las clases de ciencias de la comunicación de las universidades latinoamericanas. Actualmente hay en América Latina una nueva concepción normativa de los medios que está influenciando, aunque sea de manera indirecta y negociada, en la formulación de la política de medios.
Una de las líneas más importantes de investigación en América Latina durante los años ochenta, ha sido el análisis de las causas por las que fracasaron los movimientos reformadores de los setenta y de cómo debe encuadrarse la reforma en el contexto del retorno a la democracia de países como Brasil, Uruguay, Argentina, Perú y Chile. Algunos de los objetivos de esta investigación son:
Búsqueda de bases más realistas para asentar el concepto de los medios como servicio público, dentro de una línea de continuidad y de las estructuras históricas fundamentales del proceso sociopolítico y cultural latinoamericano. Se reconoce la dificultad de alcanzar este objetivo porque, al contrario de muchos países europeos, por ejemplo, las instituciones de radiodifusión en América Latina en los años treinta no se formaron teniendo en cuenta el desarrollo cultural y la integración nacionales. En los años treinta, cuarenta y cincuenta, los gobiernos, preocupados por conseguir una industrialización rápida fuera como fuese, establecieron la práctica de realizar concesiones amplias a las iniciativas empresariales incluyendo las que se dirigían a los medios de comunicación, a través de los cuales y por medio de la publicidad, los empresarios trataron de desarrollar los mercados internos para los productos provenientes de las industrias de sustitución de importaciones (Fox, 1989: 210-230).
Análisis de las maneras de coaligar a los sectores sociales que tienen interés en la reforma de los medios y de articular la vaga insatisfacción con el sistema de medios existente que prevalece en la opinión pública.
Modos de reintroducir un proceso de negociación política entre los diferentes sectores sociales a fin de definir un área común de servicio público en la política de medios, y modos de incorporar a las formulaciones de los nuevos movimientos políticos postdictatoriales una política de medios explícita. Por ejemplo, algunos señalan como un modelo a seguir las negociaciones políticas llevadas a cabo en Chile en los años sesenta, que condujeron a la instalación de la televisión en las universidades por su carácter de zona pública neutral merecedora del respeto de la población. No obstante, se admite que las condiciones de los noventa habrán de ser muy diferentes a las de entonces (Catalán, 1989: 65-67).
Finalmente, hoy se encuentran muchos más estudios que recomiendan cambios moderados en los sistemas de medios existentes, tales como: mayor descentralización; traslado de inversiones públicas desde la infraestructura física al apoyo de la diversificación de la producción; incorporación de formas populares y alternativas en el sistema nacional de medios; diversificación de contenidos para satisfacer las necesidades de comunicación, de información y cultura; etcétera. (Portales, 1986.)

Comunicación popular como base
para la democratización de los sistemas nacionales de comunicación y cultura
Las políticas de modernización de los gobiernos latinoamericanos después de la Segunda Guerra Mundial, que apoyaron el crecimiento rápido de la agricultura orientada a la exportación, atacaron paralelamente al esquema socioeconómico en el que una gran masa de población campesina vivía en régimen de semisubsistencia. En general, el sector campesino no se benefició de las mayores inversiones públicas en escuelas, apoyo técnico a la agricultura y medios de comunicación. Esto empujó a los movimientos campesinos a buscar la recuperación de la tierra, a presionar para lograr mejor educación y servicios comunitarios y a organizarse para conseguir créditos y un acceso al mercado más adecuados. También produjo la inmigración urbana en gran escala, creando los grandes "cinturones de miseria" que rodean a las ciudades latinoamericanas. Una vez más, las ciudades en manos de la clase media y los gobiernos nacionales no pudieron, o no quisieron, proveer servicios adecuados. De este modo en los asentamientos de inmigrantes se crearon organizaciones vecinales para reclamar mejor alojamiento, agua corriente, escuelas y transportes.
Dentro de la estructura organizacional de estos movimientos populares surgieron frecuentemente modelos de comunicación horizontal y participativa, que por sí mismos se convirtieron en un símbolo de oposición al modelo autoritario, vertical y jerárquico de comunicación controlada y dominada por elites, típica de las sociedades latinoamericanas. Los líderes de los movimientos populares, como consecuencia de la dinámica cultural de éstos, motivaban a los campesinos para que invirtieran el esquema de autodesprecio que habían internalizado, por otro que revalorizaba la autenticidad de la existencia y escala de valores de la clase deprimida.
Un hecho de gran importancia es que estos movimientos de clases bajas, de carácter más bien local, atrajeron las alianzas de grupos tecno-urbanos que también estaban en desacuerdo con el modelo de modernización dominante influenciado por el extranjero. En la medida en que estos aliados de la clase media con una mayor educación se unieron a los movimientos populares, les aportaron su experiencia en materia de organizaciones de mayor dimensión, regional o nacional, y su conocimiento de métodos educativos y en materia de comunicación y medios. Producto de esta alianza es un cuerpo de teoría y de métodos prácticos referentes a una cultura y una comunicación populares y participativas, que se ha convertido en una de las contribuciones latinoamericanas más importantes a la teoría cultural y de la comunicación de Europa y otras partes del mundo.
Típico de este proceso es el papel de las iglesias, especialmente de la iglesia católica con su organización rural y parroquial profundamente enraizada en la cultura popular, pero a la vez con una organización y un sistema de comunicación que se extiende no sólo a través de América Latina sino de Europa y otras regiones desarrolladas del mundo. Dada la falta de provisión de servicios estatales a los grupos de población deprimidos, las parroquias rurales y las diócesis -con un fuerte apoyo de parte de organizaciones de asistencia relacionadas con la iglesia europea- crearon una red de organizaciones rurales, centros de adiestramiento para la conducción de experiencias de comunicación y educación popular, métodos para desarrollar grupos de comunicación participativa y más de ciento cincuenta estaciones radiales que utilizan un modelo de radio popular que representa los intereses de los campesinos. En la medida en que la iglesia rural se ha identificado profundamente con los movimientos populares y en algunos casos con los movimientos de oposición política, ha desarrollado una nueva "teología de la liberación" y, en relación con ella, un esquema teórico y práctico de la "comunicación para la liberación". Estas ideas han sido recogidas y difundidas internacionalmente por organizaciones europeas de comunicación relacionadas con la iglesia, tales como la World Association of Christian Communication y las organizaciones católicas de comunicación. De ese modo, las iglesias se han convertido en uno de los grupos más poderosos de defensa de las ideas de democratización y de muchas de las propuestas del NOMIC (Media Development, 1980; UNDA, 1982).
Otro importante grupo de aliados urbanos de los movimientos populares fueron los líderes culturales y las personas relacionadas con las áreas de literatura, filosofía y ciencias sociales de las universidades. Al observar que la cultura latinoamericana estaba siendo absorbida por una marea de tecnología y cultura popular norteamericana, muchos de ellos entendieron que la afirmación de los valores de la cultura popular por parte de los movimientos de base, era una de las fuentes más auténticas, y menos influenciada por la modernización proveniente del exterior de cultura latinoamericana. También estaban convencidos de que el proceso de modernización no iba dirigido a la consolidación de una nación sino más bien a su división, y que el único modo de desarrollar una cultura nacional unificada era encarrilar los movimientos populares hacia la corriente central del desarrollo cultural nacional.
Uno de los más destacados expositores de esta línea de pensamiento ha sido Pablo Freire quien elaboró una teoría y método de educación y comunicación popular que estimularía el reforzamiento de las clases populares a través de la asunción consciente de sus propios valores, de la capacidad para la acción política y de la praxis de la comunicación. En el contexto de los regímenes de seguridad nacional de Brasil, Argentina, Chile y otros países durante los años sesenta y setenta, muchos de los estudiosos de la comunicación de más talento y líderes políticos fueron expulsados de las universidades y de los puestos en el gobierno, recalando en centros independientes dedicados a la comunicación popular. Allí tuvieron el tiempo y los contactos adecuados para avanzar en sus teorías y métodos de educación y comunicación popular.
Durante los años setenta, como los intentos de reforma de los medios por vía estatal fueron paralizados por la coalición de las elites tradicional y modernizadora que controlaban el aparato central del Estado, los movimientos de comunicación popular y alternativa florecieron en los márgenes de la sociedad latinoamericana. Y lo que es aún más importante, estos movimientos desarrollaron concepciones de comunicación, formas de uso de los medios y prácticas muy innovadoras de formación cultural por medio del teatro popular, y organizaron centros de documentación de base, periódicos, etcétera, que encarnaban los conceptos de comunicación democrática propuestos en las nuevas filosofías públicas de comunicación. Cada vez más estos movimientos sintieron que no solamente desarrollaban su propia comunicación interna, sino que eran protagonistas de una nueva comunicación democrática capaz de transformar las instituciones de la comunicación de toda la sociedad.
Muchos investigadores latinoamericanos de comunicación sugirieron que la reforma de los medios no vendría de arriba a abajo sino más probablemente de abajo a arriba a través de la penetración gradual de la sociedad latinoamericana por las nuevas formas de comunicación. La experiencia de países como Brasil, donde la vuelta a la democracia se basó en gran medida en las conexiones de una comunicación de base, parece proporcionar la evidencia de que la comunicación popular podría incorporar las masas al proceso político y cultural de América Latina (Festa, 1986: 11-29).
Los investigadores de la comunicación, en los últimos ocho años, están considerando como tema básico el de si la comunicación popular es realmente participativa y bajo qué condiciones su rápida expansión podría influenciar significativamente el desarrollo futuro de la comunicación en América Latina (Proaño, 1983: 2-3; 1986: 2-3). Algunas investigaciones han estudiado la importancia de extender las conexiones entre proyectos de barrio, movimientos y organizaciones que sean compatibles (Reyes Matta, 1982: 245-264). ¿Cómo puede la formulación de una política nacional de comunicación tomar en seria consideración el fenómeno de la actual presencia masiva de la comunicación popular e introducirlo más directamente en las instituciones de comunicación de América Latina? (Alfaro, 1989: 76-77.) ¿Cuál es la interacción entre las experiencias simultáneas de comunicación participativa en el medio local y la práctica receptora cotidiana de las telenovelas, noticias nacionales y entretenimientos en los medios de masa? ¿Las clases populares se vuelven creadores más activos y críticos de contenidos culturales en el uso de los medios de masa de resultas de ser productores activos de medios de ámbito local? (Alfaro, 1989.) En general, los latinoamericanos han desarrollado un esquema teórico bastante sofisticado en relación con la experiencia como productores activos de contenidos culturales en el micro ámbito y la práctica cotidiana de los medios de masa. Una vez más, se trata de un área de la teoría de la comunicación que merece mayor atención de parte de los europeos.


Papel de la cultura popular y de los medios
de masa en la transformación de las culturas nacionales
En los últimos diez años, la atención de los investigadores latinoamericanos de comunicación, se ha desplazado desde la dominación cultural externa hacia el análisis de los factores sociopolíticos internos que influencian el desarrollo de las culturas latinoamericanas. En algunos aspectos este movimiento ha sido paralelo al alejamiento de algunos círculos europeos, especialmente en estudios culturales anglófonos, de los conceptos de "medios poderosos" e "ideología poderosa" (Hall, 1982; Fiske, 1987). En sus reinterpretaciones los latinoamericanos se basaron considerablemente (al menos al comienzo) en pensadores europeos tales como Gramsci, Bourdieu, Foucault y, hasta cierto punto, en estudios culturales británicos, pero en varios aspectos los latinoamericanos han elaborado enfoques diferentes y bastante originales del análisis cultural de la comunicación y los medios, como se expone seguidamente:
Como en los estudios culturales anglófonos, ahora los latinoamericanos valoran mucho más la capacidad de las clases populares y de la cultura popular para resistir y reinterpretar las ideologías hegemónicas en términos de los intereses sociales de dichas clases. Pero el compromiso e identificación más profundos de los latinoamericanos con los movimientos de base, les han hecho asignar mayor valor a la capacidad de las clases populares, no sólo para reaccionar frente a los medios de masa sino para convertirse en sujetos activos de la creación de contenido cultural. Los latinoamericanos también atribuyen un papel más importante a la memoria narrativa popular, colectiva e independiente, como el sustrato continuo de la cultura y la comunicación popular (Martín Barbero, 1986, 1987: 14-17).
Dado el interés de los latinoamericanos por la comunicación nacional y las políticas culturales y, especialmente, su elaboración de una teoría normativa de los medios de masa en términos de democratización, están menos preocupados por las resistencias e interpretaciones individuales y más interesados por el potencial de la cultura popular para lograr la democratización social de la comunicación y la cultura. En consecuencia, los latinoamericanos están más predispuestos a relacionar los estudios culturales con asuntos de política y diferentes proyectos culturales (Martín Barbero, 1987: 9-11).
Los latinoamericanos están menos dispuestos a ignorar o abandonar la cuestión de la hegemonía ideológica en favor de una facultad de interpretación de los medios casi libre e impredecible (Fiske, 1987), pero se han alejado de la dicotomía supersimplificada de lo hegemónico -los medios de masa y lo moderno- por un lado, y lo sometido pasivamente -el pueblo y lo popular- por otro lado. La cultura popular, especialmente en las enormes metrópolis urbanas, ha integrado los medios y lo moderno en una mezcla compleja con el pueblo, la memoria narrativa popular y los movimientos populares de oposición (Canclini, 1987; Martín Barbero, 1986: 202-219).
Una de las contribuciones más importantes de los latinoamericanos es el análisis del desarrollo histórico de los géneros populares de los medios, tales como la telenovela, proveniente de la radionovela de los años cuarenta y cincuenta y de orígenes más distantes como las compañías teatrales y circos nómadas de los comienzos del siglo veinte, así como de las novelas por entregas de los periódicos para las poblaciones de carácter urbano y del cordel o canciones narrativas largas (por ejemplo, el corrido mexicano) en las áreas rurales. En respuesta al argumento de Tunstall de que el imperialismo cultural se manifiesta en la exportación de géneros y formatos (1977), investigadores como Martín Barbero han proporcionado un método para analizar de qué manera evolucionan los formatos autóctonos de los medios en contextos sociopolíticos particulares. Martín Barbero sostiene que el carácter melodramático de las telenovelas contemporáneas ha sido por mucho tiempo una característica cultural típica de América Latina, tanto en el teatro y en el cine como en la vida diaria y la política (1986: 110-245). Es innegable que hay claras huellas de Hollywood y la Avenida Madison en todo ello, pero incluso esas huellas han sido integradas de un modo típicamente latinoamericano.
Los latinoamericanos han puesto un énfasis particular en el papel de los "nuevos movimientos" en la formación de la cultura popular, movimientos que tienen que ver con el sexo (feministas), asociaciones vecinales, religiosidad popular (comunidades cristianas de base), organizaciones de consumidores, juventud, etcétera. En estos movimientos, que hoy en América Latina tienen una muy importante significación política, los asuntos que preocupan no son tanto el control de las fuerzas productivas cuanto la significación cultural, el simbolismo y la identidad. La cultura en sí misma se ha convertido en un asunto político (Canclini, 1987; Martín Barbero, 1986).
Entre las diversas líneas de análisis de los medios y la cultura que han surgido de esos antecedentes, la síntesis de J. Martín Barbero sobresale como un logro singular (1986). El punto de partida para el análisis medios-cultura, argumenta Martín Barbero, no debería ser la disyunción de los medios en control hegemónico y recepción pasiva, concepto que, debe apuntarse, ha plagado buena parte de los estudios europeos, y especialmente americanos, sobre los medios. Antes bien, el enfoque para este análisis debería hacerse sobre las mediaciones, o sea los puntos de articulación e interacción entre los procesos de producción en los medios y la rutina cotidiana del uso de los medios en el contexto de la familia, la comunidad y la nación. Las mediaciones consisten en un proceso por el cual el discurso narrativo de los medios se adapta a la tradición narrativa popular del mito y el melodrama, y las audiencias aprenden a resistir a la hegemonía cultural y a reconocer su identidad cultural colectiva en el discurso de los medios. Este concepto de las mediaciones lleva a reunir en una estructura integrada muy diversos factores de la producción de contenidos culturales. Como se enuncia a continuación.
El proceso inmediato de producción de programas; la sensibilidad de los productores hacia los movimientos culturales y los acontecimientos en curso en la vida de la nación; el desarrollo histórico de los géneros y la estructura de las industrias culturales de América Latina.
En la experiencia del uso de los medios, la satisfacción inmediata y el reconocimiento de las identidades culturales, el reconocimiento de los géneros, el contexto familiar en el uso de los medios, el contexto del barrio y los movimientos sociales, el proceso de conflicto cultural, y el reconocimiento de los acontecimientos políticos de la nación.
El contexto de hegemonía político-económica, los movimientos políticos del país y los modos en que la cultura popular resiste, interpreta y absorbe el proceso político.
Las diversas vertientes de la historia cultural: los antecedentes más remotos de la cultura popular; la integración de la modernización y la cultura de masas; la influencia de las ideologías transnacionales y hegemónicas; y la influencia de los grandes periodos históricos o momentos críticos de un país.
En un nivel más específico y operacional de investigación, Martín Barbero sugiere tres enfoques de la mediación que permiten al investigador atrapar "en acción" estas diversas vertientes de producción cultural de contenidos: 1) La vida cotidiana familiar y la interacción entre el estilo coloquial íntimo de la televisión y la inmediatez de la rutina diaria y el círculo familiar. 2) La conexión de los ritmos temporales. El ritmo temporal de la televisión con su programación muy estandarizada no se ajusta, necesariamente, al ritmo emocional de las audiencias. Con todo, la televisión se adapta a sentimientos asociados con las vacaciones, los deportes y las estaciones del año. Más importante aún, las audiencias aprenden a descubrir en los medios, algunos momentos fragmentarios de encuentro emocional, cuando hay una identificación profunda con un personaje de televisión o la acción sintoniza con el drama de la vida real de las personas, familias o vecindario. 3) Géneros de los medios. La repetición continuada de géneros como el de la telenovela es el vínculo mediador entre la televisión manejadora de masas, comercial y competitiva, y la experiencia satisfactoria del reconocimiento de la identidad cultural o de interpretaciones críticas de lo emitido.
Las propuestas teóricas de Martín Barbero han suministrado la estructura general para un estudio cooperativo a cargo de equipos de varios países latinoamericanos. Esta investigación, que examina el modo en que las audiencias interpretan los grandes géneros televisivos, está sufriendo un gran debate interno así como modificaciones provenientes de las teorías que circulan actualmente.
En América Latina están surgiendo, por supuesto, otros esquemas teóricos importantes de análisis cultural. Jorge González en México, por ejemplo, sugiere que las relaciones culturales hegemónicas en América Latina, mejor que en términos de sometimiento y resistencia, se explican como frentes culturales o puntos de conflicto en los cuales dos sectores sociales luchan para legitimar su interpretación del significado de la misma área de experiencia transclasista. Por ejemplo, en su estudio de la religiosidad popular, González muestra que las iglesias en México son un lugar de enfrentamiento entre la legitimidad de significado propuesta por la iglesia jerárquica y oficial, por un lado, y por la iglesia de la religiosidad popular, por otro. En la actualidad, González y sus asociados están llevando a cabo un estudio a largo plazo del conflicto entre diversos frentes culturales en materia de producción de telenovelas mexicanas (González, 1986; 1987; 5-41).

Líneas de desarrollo futuro de la investigación
de la comunicación en América Latina
Los investigadores latinoamericanos de la comunicación están abocados actualmente a un estudio de campo muy detallado, que incluye especialmente el análisis de la interacción entre las interpretaciones de la audiencia de la televisión popular y la producción de dicha televisión. Buena parte de la formulación teórica sobre el tema es una crítica dialéctica de las primeras formulaciones realizadas en los finales de los años sesenta y durante los setenta. Las investigaciones actuales generarán, sin duda, nuevos esquemas teóricos. Pero casi siempre, los informes sobre las investigaciones terminan con reflexiones acerca de la importancia de la experiencia desde el punto de vista del proceso de transformación sociopolítica y de liberación del continente.
Los diferentes periodos de desarrollo teórico e investigación han estado marcados por diferentes contextos sociopolíticos. Hoy, muchos países latinoamericanos están envueltos en el proceso de retorno a la democracia, lo que, una vez más, está involucrando a muchos diferentes sectores sociales en los mismos proyectos nacionales antes que polarizando la sociedad en sectores opuestos. Es de suponer que esta fase de la historia latinoamericana dejará su marca en el desarrollo de la investigación de la comunicación.

Recuadros

  • Una de las características llamativas de la investigación en América Latina es la notable intercomunicación que existe entre los investigadores.
  • Los latinoamericanos tienden a considerar su tarea como una empresa continental de investigación.
  • Esfuerzos especialmente creativos se han dado en el campo de las teorías narrativas y en los estudios de carácter cultural.
  • El primer paso se dio en los años setenta, con el rechazo del funcionalismo.
  • Los investigadores sintieron que era urgente la formulación de una política nacional de medios de comunicación.
  • Una nueva filosofía pública en materia de comunicación se desarrolló en América Latina en los años sesenta y setenta.
  • El fracaso de los movimientos reformadores llevó a reformulaciones importantes en las teorías de los medios de masas.
  • La teoría sobre la cultura y la comunicación populares y participativas es una de las más importantes contribuciones latinoamericanas.
  • Las iglesias se han convertido en uno de los grupos más poderosos de defensa de las ideas de democratización comunicativa.
  • En el análisis del desarrollo histórico de los géneros populares se han conseguido logros importantes.
  • Se ha enfatizado el papel de los "nuevos movimientos en la formación de la cultura popular".